Presencia siniestra
Partamos diciendo que esta película entretenida pero regular en su género debe gran parte de su calidad al desempeño de la actriz Naomi Watts, siempre versátil, e imposible de encasillamientos. Ella ha construido una carrera que oscila entre títulos como 'La llamada' hasta obras maestras absolutas como lo fue su excepcional trabajo para David Lynch en 'El camino de los sueños'.
Esto es la causa de por qué una película como 'Presencia siniestra' tiene algo -solo algo- de dignidad en un estilo de cine que ya todos conocen de antemano: la entrada de un niño extraño en un hogar quebrado, donde la protagonista es una viuda que cuida a su hijastro sobreviviente de un accidente automovilístico donde ella perdió a su marido que murió y a este muchacho que yace en estado vegetal.
Lo malo está en el guión, pobre y sin mayores matices, que opacan todo el esfuerzo que pone esta bella actriz australiana que, de verdad, merecía una película de mayor calibre para lucir sus dotes histriónicas.
La protagonista es una psicóloga especialista en niños y adolescentes que atiende en una casona en medio de un bosque, donde además convive con Stephen (Charlie Heaton), su hijastro, que ha quedado cuadripléjico a consecuencia del accidente automovilístico en el que murió su padre a quien debe cuidar de manera solícita.
El problema es que ella sufre de constantes pesadillas y, para colmo de males, una tormenta de nieve los dejará aislados durante un tiempo. Y en ese escenario entra una presencia maligna, tal vez un niño o acaso un espíritu, que empieza a apoderarse de ese recinto encerrado y claustrofóbico.
La idea central de la película pudo ser una reflexión brutal: hasta qué punto es soportable la carga de un familiar discapacitado. Pero ello se diluye en este thriller que tiene atmósfera y momentos inquietantes, pero que se resuelve de muy mala manera, abusando de ese recurso del sueño dentro del sueño (algo que Brian De Palma patentó en 'Carrie' hace décadas) que parece trillado.
Por este motivo el filme adquiere el típico modelo de las películas de sobresalto que solo pretenden el susto sin mayor asidero con la historia y de este modo la película se convierte en una experiencia fallida cuando hace la aparición un psicópata grotesco.
Esto debilita el conjunto y evita que el filme sea una experiencia agobiante de encierro, pesadillas y vueltas de tuerca que era lo esperable en un producto que parecía concentrar sus esfuerzos en trabajar la tensión a partir del encierro.
Lo peor viene después, porque se explica aquello que debió ser sugerido, se trata de dar lógica a un asunto que no la necesitaba, sobre todo si lo que se pretendía era un juego de thriller psicológico que acá se desbanda. Una lástima por Naomi Watts. Ella se merecía una película a su altura.
Victor Bórquez
Escritor, docente y
comentarista de cine