José Luis Ramírez M.
Según la encuesta Casen, el déficit habitacional en la región supera las 22 mil viviendas, es decir, se necesitaría construir el equivalente a cuatro ciudades como Tocopilla para solucionarlo completamente.
Se trata de una meta tremenda. Sin embargo, la ministra de Vivienda, Paulina Saball, es optimista, y asegura que la región, gracias a las políticas impulsadas en esta administración, entró en la senda de la normalización de un problema que lleva décadas.
Actualmente la cartera tiene entregadas, en ejecución o proyectadas alrededor de 5.500 viviendas sociales, y la idea es seguir sumando proyectos para, en el tiempo, aproximarse a la demanda total.
Tendencia
¿Cómo definiría usted la situación actual de la región en materia habitacional?
-Creo que la región ha logrado algo inédito, que es revertir una tendencia que llevaba mucho tiempo instalada y que indicaba que acá era imposible desplegar a plenitud políticas habitaciones (…) hoy tenemos una región que no sólo está produciendo una cantidad importante de viviendas, sino que ha logrado despejar los tres puntos críticos para hacerlo: ha logrado resolver el tema del suelo, porque hemos tenido suelo disponible para los conjuntos que estamos construyendo y tenemos suelo para desarrollar más en los próximos años. También hemos logrado la cooperación entre el sector Vivienda y la región, y lo tercero es que hoy el estándar de lo que estamos construyendo está sobre lo que veníamos haciendo, en localización, materialidad, superficie, diseño y calidad de la urbanización.
Para nosotros, Antofagasta ya no es una región crítica. Tenemos que perseverar, tenemos que trabajar, pero hemos abierto un camino.
¿Cuántas viviendas se están construyendo?
-En la región tenemos más de 660 viviendas construidas por nosotros ya entregadas, tenemos 2.600 viviendas en ejecución y hemos proyectado el inicio el próximo año de 2.100 más, por lo tanto, durante este periodo vamos a viabilizar la ejecución de alrededor de 5.500 viviendas con subsidios directos del Estado gestionadas en suelos fiscales, del Serviu o adquiridos por la Subdere.
¿Esa cantidad de viviendas es la que requiere la región?
-No hay ninguna parte del mundo donde la construcción sea equivalente a la demanda, no existe eso.
¿Cuál es la brecha que tendremos entonces?
-Si nosotros consideramos el total del déficit habitacional medido con la Casen, estamos bordeando las 22 mil viviendas, pero no todas esas viviendas faltantes corresponden a familias que requieren el subsidio del Estado (…) una parte importante de esa demanda es de núcleos que se han ido constituyendo alrededor de una familia y que no necesariamente buscan independizarse, pero si nos quedáramos con la cifra completa, estamos hablando de un déficit de 22 mil viviendas, que tiene una clara expectativa de ser abordada si se mantiene un flujo constante de construcción y gestión del suelo.
¿Se puede ir más rápido?, porque estamos lejos de esas 22 mil que se requieren...
-Venimos de un periodo anterior donde se construyeron ochentaitantas viviendas, ahora usted me pregunta si podemos más, y sí, podemos más. Por eso se ha proyectado suelo para tener una producción de vivienda pareja hacia adelante que permita que todos los años estemos entregando cerca de mil viviendas. Y en segundo lugar hemos generado instrumentos que permiten, a la par de la licitación que lleva el Serviu, desarrollar proyectos privados.
Nuestra expectativa es que la región de aquí en adelante, roto este maleficio que impedía construir y habiendo generado las condiciones estructurales para superar este déficit preexistente, mantenga un ritmo constante que haga que este problema sea abordable.
Campamentos
¿La presencia de mucha gente viviendo en campamentos hace más urgente la solución?
-La hace particular, nada más. O sea, cada región tiene particularidades, en las del sur es el clima, en el centro nuestra complejidad está en el sector rural, en el área metropolitana es el allegamiento y los barrios hacinados, y en el caso de Antofagasta evidentemente que las personas que viven en campamentos le otorgan una particularidad al problema, y es por eso que hemos trabajado en una doble línea: activar la producción de vivienda, y un trabajo de formalización de los campamentos para que las personas que allí habitan tengan condiciones sanitarias mínimas y un ordenamiento del territorio.
¿La radicación de los campamentos es una solución?
-La idea de generar una oferta distinta a las familias tiene que ver básicamente con que los terrenos no son aptos porque están emplazados en zonas de riesgo o porque habilitar esos terrenos es inviable con los recursos existentes. Entonces lo que se ha buscado en esta región, coordinado por el Gobierno Regional es generar las condiciones sanitarias, de seguridad y de ordenamiento del espacio más adecuadas posibles (…) pero en general creemos que los campamentos no son zonas adecuadas para radicar familias.
"Hoy el estándar de lo que estamos construyendo está sobre lo que veníamos haciendo, en localización, materialidad, superficie, diseño y calidad de la urbanización"."