Antofagasta
El 7 de diciembre de 1890, a las 6 de la madrugada, el vapor Imperial fondeaba en el puerto de Antofagasta y desembarcaba al batallón Buin que iba a reemplazar al 4° de línea.
Son las 6 A.M. y empezamos a divisar el puerto, el cual se presenta como una gran población y esto nos consuela porque creíamos íbamos al destierro, a un lugar triste y sin atractivos… navegamos hacia el muelle: nuestra pequeña embarcación, avanzaba con dificultad y veíamos que aparecían a la superficie y la rodeaban lobos marinos…
Caminamos hasta llegar a la plaza principal, llamada Colón y luego quedé instalado en el Hotel Sub-Americano… el batallón, llevando a la cabeza su magnífica banda de músicos, tomó la calle que da frente al muelle de pasajeros, en dirección al cuartel… En la noche, tocó retreta en la plaza con aplauso del público… Era Intendente de la provincia y Comandante General de Armas, Enrique Villegas.
Creo interesante dar algunos datos. En 1866 la caleta era conocida en los mapas como «Mateo»… (José Santos) Ossa, que residía en Cobija… armó su carpa en la playa y encontró un solo habitante, el Chango López.
Las exploraciones que hizo dieron el descubrimiento de mantos de caliche en el Salar del Carmen y dos años después se armó la primera máquina beneficiadora de salitre. Una vez instalada, se pidió la habilitación de la Caleta, a la que se dio el nombre de Antofagasta. A la fecha en que nosotros nos encontramos, tendría 15 mil almas.
El hospital. Su administrador era el Cura-Vicario Silva Lezaeta y 2° administrador Hernán Puelma. Contaba con un cuerpo de bomberos distribuido en tres compañías. El puerto se hallaba provisto de todo lo necesario, el comercio era abundante: tiendas, despachos, boticas, joyerías, cigarrerías… dos Hoteles, el Comercio y el Sub-Americano; ese puerto es simpático para mí y para los chilenos, porque sirvió de albergue a los esforzados soldados-ciudadanos que en 1879 corrieron a alistarse a los cuarteles para defender a la patria.
Dr. Carlos Mandiola Gana