Concluidas las elecciones municipales, moros y cristianos, incluidos apolíticos y antipolíticos, sólo hablan de los candidatos presidenciales, sus ideas y propuestas, aún cuando algunos marcan su opción por la figura, sonrisa y simpatía del candidato.
Pensando en el futuro, la altísima abstención electoral no otorga a los resultados municipales ser predictivos de la elección presidencial; y además restan valor a las encuestas por su alto grado de incerteza, ya que en todas ellas gana, y por lejos, la abstención electoral.
Con esa incertidumbre, si la elección fuese este domingo las encuestas señalan que ganaría el exPresidente Piñera; ayuda mucho la imagen de éxito electoral que la derecha construyó con el resultado municipal en torno a su figura, pese a que en nuestra comuna el derrotado fue su candidato UDI, a quien apoyó personalmente.
Analizando la elección municipal se concluye que en el país, la derecha obtuvo tres alcaldes más que la Nueva Mayoría con una diferencia de 66.793 votos a su favor.
Pero la elección de concejales por tener una relación más directa entre candidato, partido y su coalición, ese voto refleja una mayor adhesión política a lo que cada concejal representa. En este caso la Nueva Mayoría obtuvo 344.031 votos más que Vamos Chile, con una diferencia de 7,58% a su favor. ¿Por qué entonces esa diferencia porcentual no se reflejó en la elección de alcaldes?
Antofagasta es un buen ejemplo para demostrar que la división de la centro izquierda sólo produce derrota electoral; por ello la presidencial exigirá que el sector explicite sus ideas y principios, como factor diferenciador y abra espacios de diálogo para acordar un programa común, para luego vía primarias elegir a quien nos represente. Porque cuando se hace al revés y se privilegia el afán individual por sobre el interés común, se crea una hoguera de vanidades en la que todos se consumen sin lograr el objetivo común.
Dado que la elección presidencial está abierta y la situación es líquida e impredecible, por la alta abstención, más que nunca se requiere aprender de la experiencia pasada; oír a la ciudadanía que se expresó con su abstención, y no encarnar la frase que no hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Jorge Molina Cárcamo
Abogado