El viernes 11 de noviembre, hace ya doce días, Valentín Volta Valencia, fue cesado del cargo, luego de casi tres años de gestión. Desde entonces, el nombramiento sigue a la espera ante la sorpresa de la comunidad regional.
Resulta llamativo, sorprendente y malo lo que actualmente está ocurriendo. Antofagasta, la segunda potencia económica del país, simplemente no tiene una autoridad regional y no existen explicaciones plausibles para entender qué está ocurriendo.
Ya era malo que la salida de Volta Valencia -una decisión que es soberana de la Presidenta de la República- no fuera acompañada de la inmediata designación de la nueva autoridad. Eso no se hizo, a pesar que la caída de la autoridad DC era un hecho que se sabía varias semanas antes.
Así como una empresa no puede quedar sin un gerente, un municipio, sin alcalde, o un país, sin jefe de estado, asumimos que una región tampoco puede estar acéfala, mucho más considerando el momento que vive la zona, con alto desempleo y un notorio retroceso del dinamismo económico.
A ello sumamos el manejo, priorización y definición del Fndr, la validación de iniciativas de inversión y el planeamiento de la carta de navegación regional, entre otros aspectos demasiado relevantes para cualquier territorio.
Hoy por hoy se requiere una autoridad que salga a empujar la región, la saque del letargo y venda -en el buen sentido de la palabra- las oportunidades que están a la mano.
Bien puede decirse que lo ocurrido es una nueva muestra que el actual modelo de gestión territorial del país no es el mejor, ni el más adecuado. Chile debe avanzar en la elección directa de los gobernadores, ya que esta es la única manera de contar con planificaciones de largo aliento. Es cierto, no es la panacea, ni el fin de las dificultades pero nos ofrece una alternativa mucho mejor. Al respecto conviene recordar que la autoridad regional que sea designada será la quinta en ocho años y la séptima en la última década.
Es de esperar que esto sea calibrado y el rumbo sea corregido a la brevedad.