Angamos en su gloria
El Combate Naval de Angamos es un recuerdo heroico. Su luz alcanza a nuestra costa antofagastina y la colma con su gloria. Dicen que en el puerto sobresaltado de 1879 se escuchaban los cañonazos de los barcos combatientes.
Nosotros oímos versos de fuego en nuestra infancia, que glosaban hechos y personajes "del 79". Muchas veces repetimos esta cuarteta, que ponderaba el heroísmo de Prat.
"El chileno pa' peliar/
no güerve nunca la esparda: /
por eso es que la Esmerarda /
'ta en el fondo de la Mar"/
Prat y el Mar de Chile se fundieron en la voz del cantar popular. El Combate de Iquique le ofreció preciosas inspiraciones.
Las anotamos sin ningún filo de mala intención, puesto que sostenemos que, restañadas las heridas de ambos pueblos en lucha, una sola debe ser nuestra conducta: la de los hermanos. Creemos en la necesidad de la paz y en su militancia nos hallamos. Pero, la Historia reclama sus derechos de memoria. Eso es todo: así, damos en seguida, parte de e un poema popular que saltó de labios anónimos, inmediatamente después de la victoria de Angamos, obra cimera de Juan José Latorre y Galvarino Riveros:
"Ayer, el ocho de octubre, /
a las diez veinte minutos /
cayó y pagó el gran bruto, /
las hechas y las por hacer:/
en vano se echó a correr, /
pues los galgos lo
alcanza ron, /
ya que a tiro lo tuvieron, /
luego que lo divisaron"./
El Huáscar había ensangrentado demasiado el espíritu de nuestras gentes. Al saberlo abatido, la expresión "el grande bruto" resultaba, sin embargo, la menos áspera en la emoción del pueblo. El mismo pueblo que no vaciló en respetar a su comandante, el bravísimo Miguel Grau, exaltándolo en su caballerosidad, en su hidalguía y en su valor de Héroe del Mar.
A cien años de sangre, Angamos nos brinda, en sus dos "a", esta sola fuerza que nos define: Amor Americano. Es el que hoy une, en sus aguas, a marinos de dos pueblos que sueñan una misma estrella de plenitud para sus hijos.
.N.de R. Esta Linterna de Sabella es un homenaje a Mejillones, en su Aniversario.
Andrés Sabella, 1979