El último de los Te deum realizados en Antofagasta, enfocó su mensaje en el llamado a la tolerancia y la bondad con los inmigrantes. Se trata de un concepto que debe ser repetido e insistido, considerando la realidad de Antofagasta, donde los prejuicios parecen ganar terreno conforme pasan los años.
Las palabras del vicario general del Arzobispado, Benito Arredondo se agradecen y van en línea con lo que los directivos de todas las iglesias han precisado de manera recurrente. La sociedad civil debe ser " misericordiosa con quienes más lo necesitan".
"Existe mucho migrante que espera nuestra ayuda, para vivir dignamente junto a los suyos, ayuda que debe hacerse presente en todas formas y en todo momento", manifestó el vicario.
Como es sabido, el estudio realizado por el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte junto a Mori Market Opinión Research International en nuestra Región dio cuenta de la mala imagen que tienen los antofagastinos respecto a la inmigración. Según los datos, el 78% de los consultados considera que la llegada de extranjeros es "mala" o "muy mala", contra apenas 17% que asigna valores positivos a este fenómeno.
El principal motivo de rechazo es la creencia que los extranjeros "vienen a competir por nuestros puestos de trabajo", algo que distintos especialistas han descartado. Otro punto inquietante del sondeo es que una de las opiniones que más se repitió fue que "debería haber una ley que les impida entrar al país".
El punto, o problema, es que con ese sesgo, parece evidente que los prejuicios se han larvado en silencio, fenómeno que puede ser un tanto peligroso, si no calibramos qué gatilla el malestar y cómo la sociedad puede hacerle frente.
Ciertamente el fenómeno inmigratorio ha causado sorpresas, eso es evidente, pero debemos tener la tranquilidad que en el largo plazo, esto enriquece nuestra multiculturalidad, lo que es un valor en sí mismo. Antofagasta nació y se ha desarrollado con personas de distintas partes del mundo. Eso debe seguir así, en una relación empática, de afecto y respeto que incluso supere la mera tolerancia.