A 30 años del "Pateando Piedras".
Corría el año 1986, y yo, un niño de tres años, aprendía sobre el funcionamiento del mundo. Mientras, en Santiago de Chile, un grupo de jóvenes utilizaba las armas del arte para resistir y combatir la Dictadura.
Años más tarde, con mayor edad y conciencia pero aún siendo un niño, asimilé las melodías de un grupo muy popular de la época. Aparecían en programas musicales de la TV abierta como "Más Música" o "Sábado Taquilla". "Los Prisioneros" se llamaban.
Un tío, que era fanático, nos hacía escuchar esta música, que disfrutábamos junto a mi primo, entre juegos y risas. En ese momento no me di cuenta que estaba en presencia del soundtrack de mi niñez.
Hace treinta años, mientras yo era un niño, "Los Prisioneros" luchaban: contra la Dictadura, contra la precariedad, contra la represión, contra el apagón cultural.
Partieron por obligación como una banda de rock and roll, muy Punk en su sonoridad. Eligieron sonar de esa manera, ya que, según Jorge González "Era lo más accesible. Guitarra, batería, bajo y voz, estaba más a mano que sintetizadores y máquinas de ritmo".
Pero siempre, desde sus inicios, quisieron sonar como los ingleses de Depeche Mode y no fue hasta un millonario contrato con la marca EMI Odeón, tras el exitoso "La Voz de los 80", en la incipiente entrada de la industria discográfica en Chile, que pudieron hacerlo.
Para "Pateando Piedras" consiguieron nuevos sintetizadores Casio, como el CZ 1000 y CZ 5000, que dan el sonido tecno característico. Atrás quedaron las guitarras y el bajo eléctrico para dar paso a los Samplers y baterías electrónicas.
Con la nueva sonoridad se convirtieron en pioneros de un sonido transgresor. Que no tenía nada que ver con los charangos y quenas de la "Nueva Canción Chilena", sonaba fresco, novedoso, desafiante y fuera de lugar.
De este disco se destacan sus sencillos "Muevan las industrias", crítica al modelo impuesto por la Dictadura; "Quieren dinero"; "Por qué no se van" y la icónica "El baile de los que sobran" obra imperecedera entonada en marchas de estudiantes, adaptada por orquestas a lo largo de todo Chile y además himno a la realidad desigual presente en el país.
"Pateando Piedras" obra seminal para la música popular chilena, cumple treinta años y aún mantiene su vigencia. Su lírica se extrapola a la realidad, atraviesa tiempos, gobiernos y fronteras sudamericanas y, sin duda, engrandece la figura de Jorge González como uno de los grandes músicos y artistas de nuestro tiempo.
Músico, baterista y periodista.
Mauricio Monardes Cantillana