¡Sois los viajeros opuestos!
Como un "caballo que nos llevó de regreso al vientre de nuestra madre" funciona el texto y la puesta en escena de la breve obra teatral de Andrés Sabella escrita en los años 40. Un texto difícil de representar pues, cuál poema creacionista, el poeta va refundando el lenguaje, creando imágenes en un verdadero proceso alquímico que transforma los elementos y los sentidos. La noche, como símbolo de lo oculto y del deseo voraz e insatisfecho, como "fiera de mil ojos", es la antagonista de estos viajeros cuyas rutas se intersectan en un vórtice, que los mantiene girando en torno a sí mismos. Los amantes se encuentran para espejear sus propios destinos, las cartas ya están marcadas.
La Compañía de Teatro La Favorecedora rescató este texto de sólo 17 páginas, aparecido originalmente en la Revista Atenea de la Universidad de Concepción, y lo montó en un espacio propicio para el despliegue sensorial y la transmutación de emociones. La obra funcionó como una experiencia cálida, casi uterina, al resguardo de la noche y el viento en pleno desierto. Con un cuidado montaje y una propuesta complementaria al texto que tuvo en cuenta los insumos indispensables de la poética sabelliana, -agua, fuego, desierto- incluyó hermosas piezas de danza, caracterizaciones entregadas a la abstracción, una creativa utilización del espacio, música de la época.
La obra teatral Los viajeros opuestos, dedicado a su primera esposa: "A Lidia Beltrán y sus caprichos", nos muestra las inquietudes de un Sabella joven, existencialista, que ya respira poesía y posee una "cabeza como gran semilla de los sueños" en donde la ilusión y la "mentira como paraíso de nuestra sangre" lo hacen convertir todo lo que toca en creación. Incluso sus indicaciones para el montaje no pueden evitar ser poéticas.
Empujados a la "turbia ornamentación de las pasiones", los viajeros preparan su equipaje para separarse, declarando a la noche invencible y capitana, dejando en manos del personaje femenino ser la sustituta de esa oscuridad y misterio, ser "su guadaña victoriosa".
M. Constanza Castro