Viajé a Río de Janeiro a disfrutar de los Juegos Olímpicos y en especial para ver en vivo al velocista Usain Bolt. Más allá de esta emocionante fiesta deportiva mundial, quiero compartir con ustedes algunas vivencias. Si comparo Antofagasta con Río de Janeiro, una ciudad con más de 6 millones de habitantes, debo decir que tienen algunas similitudes.
Por ejemplo, había desorden en el transporte público y congestión, sumado a esto una cantidad impresionante de taxistas que cobraban igual que en Antofagasta... según el chofer de turno. El metro tren estaba colapsado y había nula información turística en español para llegar a algún destino. Al llegar al Estadio Olímpico había largas filas para comprar una entrada al igual que en el Calvo y Bascuñán.
No pasaban camiones a toda hora por costanera o avenidas, había conexión a Internet en distintos aeropuertos y espacios públicos. El deporte de la comunidad en Río de Janeiro se toma las playas Copacabana, Ipanema y Leblon, al igual que nuestros vecinos lo hacen por la costanera. Visita imperdible el Cristo Redentor, Pan de Azúcar y el mítico Estadio Maracaná. Por el día a pocos kilómetros también puedes ir a conocer el balneario de Buzios. Por último y lo mas gratificante fue convivir y compartir experiencias con personas de todo el mundo.
Demasiado comercio ambulante y delincuencia a toda hora del día, a pesar que había policía federal y militar. Aun así la ciudad vivía constantes hechos delictivos. Un punto a destacar era que si un grupo de comerciantes quería tener mayor resguardo policial en su zona, existen a disposición guardias federales en la vía pública pagados en 50% por el gobierno y 50% con aporte del empresario. Parece una buena idea a estudiar, sobre todo para el sector centro de nuestra ciudad.
Pasando a lo positivo, el tratamiento de la basura y la limpieza era ejemplares por parte de la municipalidad y la comunidad. Playas muy limpias y ordenadas, y si bien puedes beber alcohol en la vía pública, no veías a nadie borracho, impidiendo que la familia disfrutara un merecido descanso.
Sin duda, una fiesta deportiva multicultural donde el país o nacionalidad pasa a segundo plano, en este ámbito nos falta un largo camino por recorrer en Antofagasta.
José Miguel Latorre
Magíster en Gerencia Pública