De piedras y peñascos
La incansable tarea de Sergio Gaytán, puso sobre la mesa las "piedras" de Mario Bahamonde. Y de inmediato comenzó el cotejo, la revisión, chequeando aquellas que el escritor taltalino no consigna en su nota. Lo principal fue la mentada "Piedra de Diego", no hallada hasta la fecha. Se dice que Diego de Almagro le hizo una muesca con sus iniciales, cuando descubrió Chile. Y que Diego de Almeyda, con las mismas iniciales, habría grabado la fecha en la misma piedra, 300 años después que lo hiciera el español.
Por su tamaño, se nos vino a la memoria la "Piedra Grande", lejana, allá en Chuquicamata. La juventud la visitaba, a cambio de una larga y agotadora caminata. Pero la vista que brindaba premiaba el esfuerzo y se olvidaba la puna.
Y partiendo de casa, recordamos "La Piedra del Casamiento", cercana al sector de "Punta Brava" (hoy, "Los Pinares") y la "Piedra del Condorito", encaramada, pero visible en el "Paso Malo" de Coloso, donde -de seguro- no estuvo la mano de "Pepo", pero sí la caprichosa naturaleza, ayudada por Eolo. La "Piedra del Lobo" no es significativa, pero guarda secretos de naufragios en la bahía. Duele comprobar que la "Piedra Cagada", desapareció para siempre. Era el promontorio más alto de los bajos "Town" y fue la que justificó el nombre de "Peña Blanca" a esa Antofagasta que nacía, allá por los años 60 del siglo XIX. A su vera estuvo el primer faro de la ciudad.
En Tocopilla, encontramos "La Paragua", visible desde el camino costero; la "Piedra de San Martín", voluminosa y amenazante y "El elefante", cuya trompa pareciera beber un sorbo del Pacífico. Hacia Taltal, por la costa, hallamos la "Piedra de Carozo", recordando la caricatura de Geo McManus y la "Piedra del Oso", cerca de Punta Plata, al norte de Paposo.
Y finalmente, en "Pampa Remiendos", camino al "Paranal", hallamos el "Jardín de Piedras", que comienza a florecer gracias a iniciativas anónimas, imaginación y muy buen esmalte. Es original y bonito. ¿Lo han visto?.
Jaime Nelson Alvarado G.