Salitre en balsas de cuero
El empleo de las balsas de cuero de lobo infladas en los puertos y caletas del Norte, siglo 19, se debió a que en muchos de ellos no se contaba con muelles largos que se extendieran más allá de las rompientes, lo que hacía difícil que las lanchas se acercaran a las caletas de embarque. En consecuencia, eran empleadas para llevar los sacos de salitre u otras cargas desde la playa hasta las lanchas… agreguemos que se trataba de embarcaciones livianas, ágiles y de fácil manejo, siendo por lo tanto cómodo y exento de peligro gobernarlas entre oleajes y rocas.
En la década de los 70 del siglo 19, la balsa tuvo un valor de primer orden para los productores y vendedores del nitrato de soda ya que cuando escaseaban o eran ocupadas en otras faenas portuarias, se retardaba su embarque.
Una carta que poseemos, de 1872, atestigua el interés de los productores de salitre para disponer de balsas para sus trabajos de embarque. Está escrita por el representante de la firma Soruco y Cía., empresa que explotaba salitre en el cantón de Pisagua, y dirigida a J.J. Aguirrezavala y Cía., importante casa comercial del puerto de Cobija. La empresa salitrera solicitaba de 8 a 12 pares de balsas de cueros de lobos, nuevas, que necesitaba con urgencia para el embarque, pidiendo que, de no poder adquirirse en Cobija, se hiciera su compra en la caleta de Paposo.
Dada la materia prima muy deleznable -que se rompe con facilidad- con que se las construía, no han sido de larga duración, debiendo ser renovadas o reemplazadas con frecuencia. Cobija y Paposo, caletas que constituyeron centro importantes de indios pescadores changos. De seguro se fabricaban también en Iquique, donde existía un remanente de changos dedicados a la pesca en la península de Cavancha, y en Pisagua.
En la obra de William Howard Russell A visit to Chile and the Nitrate fields of Tarapacá, ilustrada por Melton Prior y publicada en Londres en 1890, se incluye una escena de trabajo en el puerto de Pisagua.
Óscar Bermúdez M.