"Las bodas de oro del AP"
Periodista
antofagastino
Imposible construir futuro, sin tener presente el pasado. En mayo de 1996, Antofagasta Portuario, fruto de la fusión entre Unión Bellavista y Atacama Portuario, rompía esquemas y estructuras, al permitir que el fútbol profesional chileno dejara atrás la frontera de La Serena para instalarse en el Norte Grande. Teniendo eso en mente y aprovechando la celebración de las Bodas de Oro del AP, es momento de reflexionar.
Pues algo pasó con el correr del balón y el transcurrir de los partidos. Mientras la ciudad y la población crecía en recursos y número de habitantes, la afición fue lentamente bajando en cantidad y hoy ya no es siquiera importante en el marco de las actividades de la comuna. Sucedió que mutó el nombre del club. Del Antofagasta Portuario original, las autoridades militares de 1974 quisieron dar ejemplo del regionalismo que buscaban imponer en el país y "propusieron" un cambio de nombre: el AP pasaría a llamarse Club Regional Antofagasta. Así no solo representaba al puerto, sino que a toda la Segunda Región.
Poco tiempo después, Cobreloa ingresó al profesionalismo y el monopolio regional que tenía Antofagasta en la entonces Asociación Central de Fútbol, se perdió. Y nació el Club de Deportes Antofagasta, el CDA, que hasta hoy lleva los colores albicelestes por las canchas del país.
Puede alguien pensar que estos cambios, generaron el paulatino abandono del público. Pero ello es imposible. Las razones son otras: como lo dijo el primer presidente del Club, Floreal Recabarren en la cena de celebración de los 50 años del AP, "todos dejamos caer a la institución que tanto queríamos".
No hay como rebatir ese argumento. Es tan sólido como los cimientos que se empezaron a construir a comienzos de los años 60 y que llevaron a que toda una ciudad se abanderizara con los Pumas del AP.
Pues como decía la editorial de El Mercurio de Antofagasta el 12 de mayo de 1966 "La importancia de los nuevos horizontes deportivos de Antofagasta es de tanta magnitud que requiere una ardua labor de conjunto. Es imprescindible que todos no sólo vitoreen al equipo que lucirá los colores de la ciudad sino que también le den su apoyo en todo orden de cosas…".
Cincuenta años después, estas palabras no pueden caer en el olvido.
Harold
Mayne-Nicholls