Existen en las sociedades diversos temas que ésta no se atreve a abordar y le hacen el quite de manera sistemática, ya sea porque el nivel de conflictividad que poseen es muy alto; por ejemplo, los valóricos, religiosos, políticos. Otros por ser muy complejos en términos de su solución económica, ingenieril, tecnológica y otros porque poseen una cierta inercia que nadie se atreve a romper por circunstancias que no están del todo claras, o si lo están nos da vergüenza asumir porque normalmente están vinculadas a la variable poder.
Nuestra región y particularmente nuestra ciudad están caminando con trancos largos y decididos, presionados por la baja del cobre, en la diversificación de su grilla productiva y en esa perspectiva el tema de la integración aparece como una alternativa largamente ambicionada.
La integración Atlántico- Pacífico que alienta el Zicosur desde hace muchos años debe considerar necesariamente el tema ferroviario como factor de conectividad que garantice el tránsito fluido de personas y mercancías.
En esta perspectiva no habrá llegado el momento ya para que la ciudad aborde de manera decidida y con mirada sistémica la situación del ferrocarril en nuestra ciudad asumiendo que este, además de ser un instrumento de integración, es también un factor de distorsión y vulneración de los derechos a la calidad de vida en nuestra ciudad.
No será hora de que los ciudadanos tengamos algo que decir respecto a tener un patio de operación ferroviario a metros de la Plaza Colón y un tendido de rieles que nos restringe como cinturón o faja que nos empuja hacia los extremos.
Las elecciones de alcalde nos brindan una gran oportunidad para abordar este tema y discutirlo con mirada ciudad puesto que hasta acá, en 120 años, no lo hemos abordado públicamente. Su nuevo gerente ha dado señales de ser un ejecutivo que entiende que las utilidades de la empresa no pueden ser a costa del bienestar de todos y que su relación virtuosa con el entorno debe ir más allá de una feria del libro.
No será hora de propiciar este diálogo abierto a la comunidad asumiendo que este no es un tema valórico, religioso, o de difícil solución ingenieril. ¿O, habrá llegado la hora de asumir que es un tema de poder?
César Trabucco
Sociólogo y académico Universidad de Antofagasta