Antofagasta Bodyboard Festival
"Salir del espejismo de la perpetuidad de los recursos naturales no es simple".
Desarrollar nuestra economía más allá de los sectores intensivos en materias primas es -a estas alturas- lugar común de tan dicho y recomendado.
A diferencia de economías agrícolas que han pasado en menos de tres décadas a ser una superpotencia en nanotecnología, nuestra diversificación es tan incipiente que sorprende. En nuestro país, no son más de cinco las actividades globalmente competitivas, las mismas cinco que hace 30 años.
Oportunidades para diversificar desde nuestro desierto de Atacama existen, e iniciativas concretas de algunos visionarios también: tecnología minera, astrotecnología, energía solar, biotecnología, cultivos en zonas áridas. Todas muy alineadas con el objetivo de pasar de actividades de baja complejidad a industrias más sofisticadas.
Sin embargo, salir del espejismo de la perpetuidad de los recursos naturales para potenciar industrias disrruptivas no es simple. Requiere, tal como apunta la Cepal consensuar políticas públicas de diversificación económica de largo plazo con foco en el desarrollo tecnológico.
Pero este cambio de paradigma demanda un elemento adicional: permitirnos el atrevimiento de explorar ámbitos donde hoy no tenemos competencias.
Cuánto sentido cobra entonces en el análisis que una iniciativa como "Antofagasta Bodyboard Festival" permanezca en el tiempo, madure y escale. Sin duda, mucho.
Festivales como éstos -además de abrir oportunidades en ámbitos antes impensados -turismo de nicho o competencias deportivas de alto rendimiento- son además motores de un sentido de comunidad y de orgullo. Tienen la capacidad para conjugar armoniosamente el binomio globalización - diversidad local. Impactando directamente en el determinismo social con el que la comunidad se atreve a soñarse, cambiando, en consecuencia, la perspectiva hacia donde la misma comunidad visualiza su crecimiento futuro.
En palabras de Durkheim las utopías sólo pueden hacerse reales si alguien las ha imaginado primero. Y ya muchos nos hemos imaginado una Antofagasta más diversificada. Es el momento de hacerlo real.
Esther Croudo Bitrán
Gestión de Innovación