Prosa de Lucila
Al correr de los años he llegado a pensar que mantenernos en la ignorancia acerca de la verdadera Gabriela Mistral ha sido una actitud intencionada de parte de quienes han manejado la educación en este país…
Ojalá la cantidad de papel y tinta que se ha gastado especulando sobre su vida personal se hubiese utilizado para publicar profusamente su olvidada prosa.
Porque, ¿cuántos hemos leído "El Grito", o "Menos cóndor y más Huemul", o sus "recados", entre tantas otras obras?
Tal vez ocurren estos aparentes descuidos porque el poeta, en este caso la poeta, es un ser muy peligroso. Porque no solo anuncia sino también devela y denuncia.
La profesora Marie Lise Gazarian Gautier califica la prosa de Mistral como "una verdadera joya desconocida". Otros han aplicado a Gabriela lo que se dijese de Paul Valery "que si su poesía era de oro, su prosa fue de diamante"
Y, si en la poesía de Gabriela descubrimos su terruñidad, en su prosa, poética o no, intencionada o no, se refleja su profundo sentido social, su sensibilidad ante el dolor de los demás, su amor al ser humano, su necesidad terrible de "hacer algo". Lo que yo he venido a llamar insolentemente, su acción política.
El pequeño valle donde naciera, en su enorme corazón, se agranda hasta abarcar toda Latinoamérica. Y por este terruño es que llora y vela.
Por ella interpela a los maestros: "No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal."
Se autocalifica de realista: "las mujeres somos así, más realistas de lo que nos imaginan". Yo agregaría su capacidad de ver, sin pajita en el ojo, la realidad. Ella asume como grave lo que está ocurriendo con Estados Unidos (la América rubia) en sus intervenciones en nuestra América.
Sin embargo no hay promoción del odio contra el enemigo. Por el contrario, es claro el llamado a nosotros latinoamericanos a hacernos cargo de nuestro presente y futuro.
En prosa escrita hace casi un siglo…
Cecilia Castillo