Esta semana conocimos en nuestra ciudad de variados hechos relacionados con los llamados "mechoneos", la bienvenida que se da a los nuevos alumnos universitarios. Lamentablemente, la mayoría de los casos son vergonzosos.
Las situaciones más llamativas fueron la fractura que sufrió un joven y el de una alumna que por huir de educandos mayores, expuso su integridad física, al quedar a gran altura, junto a una ventana. Ambos eran estudiantes de la Universidad Católica del Norte (UCN).
No es lo único. Ya se puede ver en las calles céntricas a varios muchachos pidiendo limosna en condiciones lamentables. Su ropa destruida, manchada, descalzos; una situación a todas luces, indigna.
Es cierto que año a año, los planteles de la región y el país están enfocados en terminar con estas bienvenidas para los alumnos de primer año que en ocasiones resultaban invasivas, sexistas y hasta violentas. Por ello, realizan campañas para incentivar celebraciones creativas, innovadoras y en un marco de respeto.
Durante su nacimiento, los mechoneos pretendieron ser -y por décadas lo fueron- un recibimiento alegre, divertido e ingenioso, que los alumnos antiguos de cada carrera daban a los recién ingresados, pero desde hace varios años cayeron en excesos y el mal gusto.
¿Son los mechoneos bromas o bullying? Esta fue una de las preguntas de un sondeo realizado el año pasado por la red Universia y Trabajando.com. Un 50% opinó que estas prácticas conllevan alguna consecuencia para quienes las sufren, un 17% señaló que producen daños físicos y un 13% apuntó a otras secuelas.
Cada año somos testigos de esta grave crisis de falta de imaginación que exhiben los futuros profesionales. ¿Hasta cuándo? Hasta que las autoridades académicas digan basta. La gente está cansada de esos abusos y de un espectáculo denigrante que no se condice con la formación de valores que deberían tener, en sus hogares y en su lugar de estudios, los jóvenes que son considerados la materia más selecta de nuestra sociedad.