Nadie acabará con los libros
Hace algunos días concluía la lectura de "Nadie acabará con los libros", de Umberto Eco y Jean-Claude Carrière, mientras los medios de comunicación anunciaban: ¡ha muerto Umberto Eco, semiólogo, medievalista, ensayista y novelista italiano!
Quienes estudiaban literatura en 1960 vieron en Eco a un mentor. Con los libros de esa década, "Obra abierta", "Apocalípticos e integrados", "La Estructura Ausente" y varios ensayos, guió a muchos a un convencimiento: la Literatura y su cultivo no sólo requiere de la estética o de algunos contextos culturales, sino que su complemento natural lo da la lingüística. Quizás eso explique que su último libro mencionado sea una "Introducción a la semiótica" y que, en el decenio siguiente sobresalieran su "Tratado de Semiótica General" (1975) y "Lector in fabula" (1979).
Allá por los 50 años, Humberto Eco dio un giro a sus creaciones: publica su novela "El nombre de la rosa" (1980). Ésta hace más de un quinquenio, estaba traducida a 45 lenguas. Luego ofreció "El péndulo de Foucault" (1989) y para refrendar lo hecho, entre ambas publica "Semántica y filosofía del lenguaje" (1984) y cierra este período con "Los límites de la interpretación" (1990).
En su multifacético universo de inquietudes intelectuales, siempre hubo críticas. Frente a la globalización, ¿qué opinar de esta apocalíptica idea?: "… una educación a través de la imagen ha sido típica de todas las sociedades absolutistas y paternalistas (…) la elaboración cultural que se sirve de la palabra transmitida por escrito pertenece a la élite dirigente, mientras que la imagen final es construida para la masa sojuzgada."
La obra de Humberto Eco superó el medio siglo. Iniciada en torno de la estética medieval, con infinidad de ensayos y otros textos aquí omitidos, pero no olvidados, son suficientes para afirmar, como póstumo homenaje que "Nadie acabará con los libros" de este humanista italiano. ¡Así sea!
Osvaldo Maya