A sus marcas
"Antofagasta necesita definiciones en lo material y simbólico para los próximos 50 años".
El mes de marzo se nos vino encima a la velocidad con que se acaba febrero, y nos puso de frente a una campaña que, hasta acá, se muestra difusa en cuanto a sus objetivos. Una cantidad importante de personas se pasea con cara de candidato y saludan con mayor atención y dedicación a desprevenidos transeúntes que se preguntan ¿quién será este señor?
Hay, de acuerdo a sus propias definiciones y trayectorias, candidat@s a reyes o reinas de la primavera que basan su presentación en la belleza o simpatía que el público les reconoce y de la cual hacen gala frente a cualquier oportunidad que se les ofrezca. Están los que tienen seguidores en redes sociales a partir de programas que nos infieren en las pantallas regionales. En una suerte de egocéntrica disputa por quien suma más adeptos nos amenazan con llegar al sillón edilicio y desde allí desarrollar los eternos monólogos con que nos deleitan en pantalla.
Están también aquellos que representan las diversas opciones políticas del restringido panorama local. Frente a estos candidatos amparados en la institucionalidad, venida a menos por cierto, de la política sería bueno saber qué creen hace la diferencia en sus propuestas, tratándose de la ciudad, que vaya más allá que el mero usufructo sectario del poder.
Existe una visión de izquierda o de derecha respecto de cómo resolver el tema complejo y sistémico del transporte público? ¿Qué hace la diferencia entre una y otra coalición cuando se trata de definir e implementar las complejas implicancias de ser una ciudad puerto?, ¿dónde difieren las distintas visiones políticas tratándose de definir la calidad y esencia de los espacios públicos?, ¿existen diferencias significativas además de la obvia de privilegiar unos lo público y los otros la iniciativa privada? Estas preguntas y muchas otras son las que esperan respuesta si nos van a someter a una elección desde una lógica política que vaya más allá de ser un predictor de las próximas presidenciales.
Antofagasta necesita, de manera imperiosa, definiciones en lo material y simbólico que van a configurar sus próximos 50 años. De lo que decidamos ahora va a depender si nuestros nietos heredan una caleta mortecina con aires de campamento o una ciudad que se abre al futuro abrazando oportunidades que son cada vez más escasas.
César Trabucco
Sociólogo y académico Universidad de Antofagasta