"La esperanza está en oriente y el oriente es Dios"
Las reflexiones precedentes podrían servir de marco para entender al artista en su apropiación del entorno inmediato que se construye en su universo vivencial. Esta visión estética desde el artista hacia la naturaleza es soporte para una especie de descripcionismo recreativo de la realidad, pero el artista también puede sentirse llamado por otras realidades más sutiles y, por ende, casi inefables. Es el momento en que los artistas entregan el testimonio de su propia riqueza interior con temáticas de inherente trascendencia. En esta dimensión creativa la literatura de "Ivo Serge" exhibe los más ricos filones, aportando sus obras más significativas. Son estas composiciones las que conforman el universo poético más conocido, pues son expresiones literarias del artista que intenta traspasar a sus versos su propia intimidad.
Antonio Rendic buscó afanosamente este nivel creativo en procura de una expresión literaria que llegara a todos sus lectores, con el secreto anhelo de dar con el ideal de todo poeta: reflejar su alma en la transparencia de sus creaciones:
"¡Oh, la gloria de amar y de vivir/ como yo vivo! En todos los senderos/ voy dejando una lluvia de luceros/ y río y canto porque soy feliz./
¡Cómo admiro los seres y las cosas!/ No me inquieta jamás el porvenir./ Siembra amor, mucho amor, cosecha rosas/ y gozo la gloria de vivir./
Riquezas, ¿para qué? ¿A qué la fortuna?/ Busco el plata apacible de la luna/ y el oro allá en el polen del jazmín./
Venero en cada hombre a un hermano,/ a todos por igual tiendo la mano/ y vivo alegre porque soy feliz." (Rosas, "Soy feliz").
Como síntesis de vida o retrato espiritual este poema es todo un acierto, en tanto sus catorce versos dan cuenta cabal de un modo de vida. Cualquier lector valora el soneto como expresión de poesía pura en la intención, cuyas raíces se afincan en la intimidad de un artista que, libremente, aporta a otros el maduro fruto de sus meditaciones ante la vida y sus contingencias. Don Miguel de Unamuno que siempre estuvo situado en el centro de este tipo de preocupaciones existenciales, dijo allá por agosto de 1905 que:
Lo más grande que hay entre los hombres es un poeta, un poeta lírico, es decir un verdadero poeta. Un poeta es un hombre que no guarda en su corazón secretos para Dios, y que, al cantar sus cuitas, sus temores, sus esperanzas y sus recuerdos, los monda y limpia de toda mentira. Sus cantos son tus cantos, son los míos.
La poesía espiritual que centró los esfuerzos de Antonio Rendic es poesía de bondad inefable que anida ternura y comprensión, tal cual si cada poema fuese una pequeña gran lección de humanidad. En ella la estética se liga a lo ético para que, por sus connotaciones los hombres no se dejen avasallar por pasiones efímeras y, en cambio, aspiren a hechos trascendentes. Al final la eterna gloria de Dios; pero, para llegar a ella, es menester la justa valoración, incluso de minúsculos detalles que, aunándose contribuyen para que cada cual lleve a buen término su proyecto de vida.
La poesía espiritual de Antonio Rendic es, a la postre, un gran canto de amor a la vida que, a influjos de la muerte se transforma en una guía para bien morir en la certeza de que, superado ese límite biológico, está una nueva y verdadera vida trascendente al amparo de un ser superior.
( De "La música del silencio", 1997).
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