"Eternos enemigos deportivos"
Comentarista deportivo
A veces son compañeros de equipo que no se aguantan, o son rivales que a la menor provocación saltan las chispas y la enemistad se convierte en la comidilla de la prensa ya que se traslada a las pistas de juego.
En otros casos han marcado la historia del deporte a golpe de dualidades. Buena parte de estas parejas de baile representan dos estilos, dos formas de competir, de entender la vida. Messi y Cristiano Ronaldo mantienen un pulso imaginario en cuanto a efectividad. Odiosa y bendita.
El merengue es un solista y el blaugrana es un director de orquesta. Ayrton Senna y Alain Prost, el mago y el profesor, eran la inspiración y la estrategia al volante.
Los ajedristas Kàrpov y Kaspàrov representaban el enfrentamiento entre el régimen y la oposición. Kàrpov fue humillado en 1985 por el joven aspirante que quería un país más abierto y cambios políticos. Los tenistas Borg y McEnroe, el hombre de hielo y el irascible dando raquetazos.
Ellos regalaron uno de los mejores partidos de cualquier época en especial la final de Wimbledon de 1980. Carl Lewis y Ben Johnson, el "hijo del viento" y el gran villano, dopaje en el tartán.
Se recuerda a Johnson levantando el dedo triunfador en Seúl en las Olimpiadas de 1988 dejando atrás a Lewis, pero luego Johnson fue descalificado por uso de sustancias dopantes. Y ahí acabó el mano a mano entre el sonriente Carl y el hombre que nunca sonreía.
Y llegamos al mundo NBA en donde Larry Bird y Magic Johnson representaban dos américas antagónicas, el negro casado con el espectáculo y el blanco serio. Magic el simpático, el mago entregado al espectáculo. Delante Bird, rubio, simbolizaba la América tradicional, el chico de Indiana, sereno y eficaz.
De adversarios feroces pasaron a respetarse y a crear un vínculo que se estrechó con los años. Ellos fueron los genios que descubrieron la NBA al mundo. Y es que los mejores enemigos siempre hacen historia. ¡Benditas rivalidades!
Alberto
Pescio