Escritor-rockero defiende el valor de los diarios de vida
-Tu tesis de doctorado es sobre diarios íntimos de escritores latinoamericanos. ¿Qué encontraste, hurgando ahí?
-Lo que vengo encontrando es, sobre todo, la confirmación de algunas sospechas: que hay una importante tradición del diario personal en América Latina, que es un tipo de escritura de una complejidad extraordinaria y que poco a poco, felizmente, empieza a recibir la atención que merece. Basta pensar en "La tentación del fracaso" de Ribeyro, "Veneno de escorpión azul" de Millán o "Los diarios de Emilio Renzi" de Piglia, para saber que es un género que de "menor" no tiene nada y que alguna de nuestra mejor literatura se ha escrito bajo esa forma.
-¿Qué anotas en los cuadernos donde llevas tu diario de vida?
-Empecé a llevar un diario a principios del 2000 (en unos cuadernos que solo se consiguen en Chile), y a partir de entonces se volvió casi una adicción. Tengo mala memoria y ese registro constante me ofrece la posibilidad de que los asuntos de la vida se pierdan menos fácilmente. Es una especie de álbum de uso privado, y hay un poco de todo: amores y desengaños, los días más felices al lado de los días más ingratos, ideas de novelas o cuentos que nunca escribiré, feroces declaraciones de guerra o deseo, un millón de preguntas absurdas.
-¿Pueden la literatura y los guiones de cine calmar al rockero grunge que eras de adolescente?
-El rockero sigue ahí, recordándome todo el tiempo que la literatura y el cine, como la música, tienen la misión secreta de multiplicar la vida, de hacerla más rica inventándole matices inesperados, variaciones imposibles. Pegan duro las canciones, lo desordenan todo, cuando están bien hechas logran demasiado: conmueven y acompañan y consuelan, les dan forma a nuestras emociones, traen de regreso a los muertos, nos devuelven en el tiempo, hacen que la vida sea más tolerable. Mi rockero interior me obliga a creer que los libros y las películas pueden hacer eso mismo, que el guionista y el escritor pueden aprender mucho del muchachito de pelo largo que tanto creía en la música.
Rodrigo Hasbún vivió un año en chile, al igual que sus abuelos y su padre.
en resumen
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Rodrigo Hasbún es boliviano, periodista y uno de los escritores jóvenes más prometedores de la narrativa en lengua hispana. Fue uno de los invitados de honor a la última Feria Internacional del Libro de Viña del Mar. "El lugar del cuerpo" (2007) fue su primera novela; "Los afectos" ( 2015) es la segunda, será traducida a varios idiomas y es probable que llegue al cine.