El despoblado
"El Gran Despoblado de Atacama" expresión formulada por Pedro de Valdivia en el corazón de las tierras septentrionales del actual Chile, fue una mención inaugural. Luego, la alusión fue para "Los Desiertos de Atacama y Tarapacá", para "El Norte" o "Los grandes depósitos salitrales chilenos" y, en su momento, Andrés Sabella contribuyó con la denominación "Norte Grande".
Este territorio posee más de un siglo de literatura y exhibe suficientes obras de calidad. Parte significativa de esta literatura constituye una interesante narrativa. Sus novelas, cuentos y otras formas homologables, como el Memorial de 20 de septiembre de 1872, de Juan López; Lo que era Antofagasta en 1875, de Matías Rojas Delgado, publicado en La Gaceta Municipal e incluido con posterioridad en su texto El desierto de Atacama y el territorio reivindicado (1883) y, se volvió a publicar en la Revista Chilena, 1921 y el diario El Abecé, de febrero 17, de 1923; Crónica de un soldado de la guerra del Pacífico, 1881, de Hipólito Gutiérrez; Diario de campaña, 1886, de Alberto del Solar; epistolarios, leyendas, impresiones, en tanto relatos, con adecuadas interpretaciones podrían contribuir al mejor entendimiento de un mundo ya desaparecido, aunque no olvidado.
Esta literatura y en particular su narrativa, es poco conocida. Más allá de ésta y alguna limitación anexa considerada como problema de editoriales, tiradas, enfoques críticos, difusión, porcentaje (relativo) de lectores para las obras, etc., el Norte Grande depara culturalmente un cuadro de circunstancias que proyecta a esta literatura hasta los límites de los hechos sociales. Surge, entonces, uno de sus rasgos peculiares: su potencialidad para poner énfasis en las complejas vivencias acaecidas en variados y difíciles escenarios donde, a menudo, las exigencias son casi análogas a las de una epopeya.
Es mérito de esta narrativa, por lo tanto, hacer suya la más inmediata realidad que afecta y ha afectado a los seres del Norte Grande.
Osvaldo Maya C.