Actitud temeraria de los bañistas
Los populares "piqueros" pueden terminar en una tragedia. Niños y jóvenes realizan acrobáticos saltos sin medir las consecuencias de sus acciones. Una mala caída puede incluso provocar la muerte de un bañista. Disfrutemos de unas entretenidas vacaciones durante este verano y que éstas no se transformen en una permanente pesadilla.
Uno de los problemas más frecuentes del verano es la actitud temeraria de algunos de los antofagastinos que concurren a los balnearios de la ciudad, situación que incluso puede terminar en una tragedia.
Los conocidos "piqueros" encabezan el ranking de acciones que pueden detonar accidentes de gravedad. Una mala caída o un fuerte golpe al ingresar al agua dejan muchas veces dramáticas consecuencias para sus cultores. Sin embargo, esto parece poco importar a un importante número de jóvenes.
Y sólo es cosa de ver lo que ocurre en el sector de La Puntilla del Balneario Municipal. Ahí, niños y jóvenes realizan acrobáticos saltos sin medir las consecuencias que pueden ocasionar en su cuerpo. De hecho, es latente el peligro de sufrir daños irreparables en la columna y cambiar el destino de sus vidas.
Una situación parecida, pero en menor escala, sucede en la Playa Paraíso y El Trocadero. El problema en ambos balnearios es que los bañistas ejecutan los saltos en el sector de los roqueríos, con todo lo que ello significa por un potencial accidente. Ni mencionar lo que ocurre en lugares no autorizados para el baño.
El diagnóstico de los especialistas es claro: la columna recibe a través de la cabeza toda la fuerza del impacto de un piquero, lo que puede provocar paraplejia o tetraplejia, es decir, una parálisis total o parcial en ambas extremidades. También golpes graves en la cabeza, que incluso pueden ocasionar la muerte, por un traumatismo encéfalo craneano.
Otro problema permanente es el ingreso de los bañistas al mar o las piscinas bajo la influencia del alcohol, algo que inhibe las capacidades de la persona para tener una respuesta rápida en el agua ante una eventual emergencia. A ello se suma que el estado de ebriedad estimula un mayor grado de osadía, traducido en un peligro que afecta a la persona y a su círculo más cercano.
La idea es disfrutar de unas entretenidas vacaciones durante este verano y que éstas no se transformen en una tragedia debido a estas siempre peligrosas prácticas.