Julio Sepúlveda Bravo
Que el espíritu nunca será abatido, que siempre se alzará, victoriosamente, lo demuestran las continuas expresiones de arte que nos ayudan a fortalecernos, interiormente. Ahora, es el pintor Julio Sepúlveda Bravo quien nos entrega un goce más, en sus óleos, expuestos en el Teatro Municipal de nuestra ciudad. Se trata de un pintor que tiene a su favor dos poderosas palancas de creación: un ojo certero para encontrar lo esencial y desechar lo superfluo, y una fuerte pasión por su oficio. Discípulo de Manolo Escobar, actualmente, en Bélgica, Sepúlveda Bravo es, de pincelada en pincelada, un pintor, absolutamente, nortino. Por esta filiación, sus cuadros ya alcanzan la dignidad que exige todo arte.
En "Desierto al atardecer", corre la luz fugitiva sobre un oleaje de tierras, de planicies peinadas por el viento y por el tiempo, reteniendo, allí, uno de los mayores embrujos de este largo paisaje de vastedades y de piedras.
"Pampa Unión", ese pueblo carcomido por el silencio, no solo halló su poeta en Nicolás Ferraro: asimismo, ganó su pintor: las ruinas del viejo poblado legendario nos "hablan", nos transmiten su realidad, en la visión que glosamos.
Un cuadro suyo merece atención especial: "Norteeucarisierto". En su acción surrealista, distinguimos dos telas: la vista de nuestros cerros, abajo; y, en los aires, la mesa en que el Pan y el Vino, pintados con precisión, (el pan está de comérselo), celebran el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en simbolismo puro. Par suyo podría nombrarse a "Ideal": ¡cuánta ternura sale de esa flor que, en un tarrito, sensibiliza la inmensa extensión pampina!
Julio Sepúlveda Bravo anota para su futuro esta ventaja: coraje para plantearse problemas plásticos, afrontarlos y resolverlos: lo prueban "Santa Laura" en abandono, y el movimiento de brazos de "Callejero". Un pintor de verdad viene avanzando.
Nota de la Redacción. Julio Sepúlveda Bravo actualmente es Agregado Cultural en Costa Rica.
Andrés Sabella, 26.06.1988