El año que termina debe contarse entre los más complejos del último tiempo a nivel mundial, nacional y local. Son varios los hechos que golpearon a Antofagasta y el Norte Grande durante 2015. Quizás lo más relevante sea la baja en el precio del cobre, viga estructural de nuestra economía, y consecuencialmente la pérdida de empleos, estancamiento de varios proyectos y recorte de gastos a todo nivel.
La regla parece ser, esperar por vientos mejores que, según los analistas, recién soplarían en 2018.
Ciertamente, los años de bonanza fueron buenos para Antofagasta y el país que pudo acometer distintas políticas sociales. En la ciudad esto es también notorio. La capital regional vivió un boom histórico que se tradujo en mucha obra privada, que desnudó más la ausencia de lo público, pero que ciertamente trajo bemoles.
Este fue el año en que los contrastes se hicieron cada vez más patentes. Los campamentos y la pobreza tuvieron mucha más exposición. En ello influyeron la cantidad de terrenos tomados, como las fuertes lluvias del 25 de marzo.
Antofagasta crece, pero mucho no se traduce en desarrollo, fue una frase repetida.
Aun así, con todas las dificultades, es obvio que la ciudad mantiene vivas y vigentes todas las bondades y potencialidades, tanto así que la caída del precio del metal rojo no ha hecho mayor mella en la economía local. Más bien ha tendido a normalizar una 'realidad sobrecalentada'. Recordemos lo observado con los precios que tenía y tiene la ciudad en distintos bienes y servicios, como la propiedad de la vivienda.
El 2016 termina y aunque la cosecha no es relevante para la ciudad en el entendido que no hubo avances trascendentes, siempre debe operar la sensación de que seguimos siendo los propietarios de nuestro destino y el mañana será mejor.
Pero debemos ser más protagonistas y eso exige una ciudadanía empoderada, activa, lo mismo que de sus autoridades, instituciones y empresas. En nuestra ciudad nadie sobra, no somos muchos, y eso es fundamental para el éxito.
Somos una gran ciudad y siempre merecemos más.