Gilmour: una noche de desborde emocional
Casi 50 mil almas presenciaron, casi de manera religiosa, el show del músico inglés, quien en casi 3 horas selló una deuda con Chile y, de paso, dio prueba de porqué se le considera entre los grandes de la guitarra.
Podríamos hablar de, quizás, el mejor concierto del año. Alabar el comportamiento de un público fiel y, por supuesto, el virtuosismo mostrado por David Gilmour la noche de este domingo, ante casi 50 mil personas, en el Estadio Nacional. Perfectamente hay espacio para el sinfín de clichés que surgen una vez finalizados shows de esta magnitud.
Si bien cualquier adjetivo califica para graficar de gran forma el cierre del tour sudamericano del músico inglés, lo de la noche dominical santiaguina fue -sin duda- el pago de una deuda para los miles de fanáticos chilenos de Pink Floyd, banda madre de quien en cerca de 3 horas puso de rodillas, de manera prácticamente ecuménica, a quienes presenciaron el exquisito set list entregado.
Un culto casi sagrado que se inició a las 21.25 horas, cuando todas las luces del coliseo se apagaron, dando la partida con "5 am", primer corte del disco solista que precisamente venía a mostrar en esta parte del mundo, "Rattle that lock", del cual tres temas (incluido el mencionado) fueron la introducción de este gran evento. Mención aparte para "Faces of stone", primer corte en que el guitarrista dio prueba del "monstruo" ante quien estábamos parados.
Pero no fue hasta oír los primeros segundos de "Wish you were here", ese gran clásico de 1975, que los asistentes estallaron. Y no sólo en algarabía, sino también en canto, emotivos llantos y la rienda suelta a una alegría contenida por años. Gilmour por fin estaba en Chile.
Así, de esta primera parte del espectáculo, bien se pudo reconocer la maestría del músico en temas como "A boat lies waiting", la exquisita "The blue" (de su disco solista "On an island"), "Money", en que un muy suelto Gilmour dio espacio para que Guy Pratt, reconocido bajista incluso de la última etapa de Pink Floyd, mostrara de qué estaba hecho. Luego, "Us and them" (con Richard Wright en la memoria de todos), la grandiosa "In any tongue" y "High hopes" cerraron la primera parte de esta celebración.
Tras 15 minutos de receso, la figura de Syd Barret rondó por todas partes gracias a la espectacular "Astronomy domine". Ovación cerrada para, de ahí, dar pie a lo que verdaderamente se vivió como un culto religioso. A lo vitores del público ante los primeros sones de "Shine on you crazy diamond", se dio lugar a una suerte de hipnosis. Un contraste inolvidable entre la púa que se agitaba en la guitarra y ese respetuoso silencio que inundó el recinto de Avenida Grecia. Y aunque no era precisamente incienso lo que se olía por casi todo el lugar, vimos a miles de personas "brillando" con este homenaje al fundador de Pink Floyd, el ya mencionado Barret.
"Fat old sun", "Coming back to life", "On an island", "The girl in the yellow dress", una poderosa interpretación de "Sorrow" y (que gran momento) "Run like hell" fueron una suerte de aviso de que la noche estaba por cerrarse.
De este modo, y después de una falsa despedida, Gilmour y su banda (Manzanera, Carin y compañía, como gran soporte musical) se despachó "Time/Breathe (reprise)" y un cierre colosal con "Comfortably numb", con un Nacional coreando a rabiar "There is no pain, you are receding..." (ni la mejor barra de fútbol podría replicar lo que se vivió en ese momento) y disfrutando de ese solo final que emocionó, erizando la piel, como todos bien sabían que iba a suceder.
Puede que la austera puesta en escena haya quedado al debe (se extrañaron apoyos laterales a la ya clásica pantalla circular), pero el corazón puesto en la interpretación, por parte de toda la banda, fue la medida justa para la procesión de fanáticos que, desde todo Chile, llegó a pagar una manda que todos (felices) quisieron cumplir.
Quienes tuvieron la suerte de presenciar los show previos en Argentina y Brasil
no dudaron en señalar que ésta fue la mejor presentación del tour. Por ello, y con sincera gratitud, Gilmour expresó: "me alegra mucho haber tocado finalmente en Sudamérica. Me tomó 50 años, pero quizás lo estoy disfrutando más en esta parte de mi vida. Me llevaré a casa muchos recuerdos felices. Muchas gracias".
David, los agradecimientos van por nuestra parte. Ojalá, como tú mismo señalaste, haya una próxima oportunidad.
Patricio Orellana Arriagada
Periodista