Los Juegos de Hambre - Sinsajo 2 - El Final
Cuarta y última entrega de la saga dirigida por Francis Lawrence y basada directamente en la novela de Suzanne Collins, 'Sinsajo', este filme apuesta a un final que curiosamente deja la espectacularidad por un tono de leve crítica al fascismo que se oculta detrás de las grandes rebeliones.
El espectador quedó en la tercera parte con la nación de Panem en una guerra a gran escala, que de manera inevitable enfrentará a la líder natural de los rebeldes Katniss (Jennifer Lawrence) con el perverso Presidente Snow (un elegante Donald Sutherland). Pues bien, en este opus final llega el enfrentamiento final, pero también muchas dolorosas sorpresas para la heroína y sus amigos Gale (Liam Hemsworth), Finnick (Sam Claflin) y Peeta (Josh Hutcherson).
El filme parte exactamente donde debía, con una atribulada Katniss tratando de recuperar a Peeta, quien ha sido sometido a un salvaje lavado de cerebro por parte del Presidente Snow, con el propósito de volverlo en contra de la heroína.
Con la consabida espectacularidad que ya conocemos, el filme cumple cabalmente con ir entregándole a los espectadores lo que estos desean: mucha aventura, peligros al por mayor, su cuota de romance y el enfrentamiento final que, sin embargo, tiende a ser más frío de lo que se esperaba.
La película muestra la peligrosa misión que emprende Katniss y sus aliados, saliendo del Distrito 13 y arriesgando sus vidas para liberar a los ciudadanos de Panem y seguir adelante con el plan de asesinar al maléfico Presidente Snow, quien está obsesionado con la destrucción de la chica ganadora de los temidos Juegos del Hambre que en las entregas anteriores era la razón de ser de toda la historia.
De este modo, ahora todo el asunto se reduce a la misión de los rebeldes por controlar la mayor parte de Panem, entrar al Capitolio y destruir a Snow y su maquinaria de terror que ha venido manteniendo por décadas. Y si bien no hay juegos ni competencias salvajes, sí existen enemigos por doquier, múltiples trampas y una cantidad impresionante de momentos de alta tensión que serán la delicia de los fanáticos de la saga.
Estamos claros de que "Los Juegos del Hambre" siempre ha sido un mero divertimento, una saga hecha siguiendo los esquemas tradicionales del denominado cine comercial para adolescentes. Pero también dijimos en su oportunidad que el mayor mérito de este filme era, precisamente, en asumir sus limitaciones y entregar una historia sin trampas ni grandes mensajes, sino acción en estado puro.
Teniendo esto en cuenta, este capítulo final peca por un tratamiento visual que pierde esa fuerza que tuvo la primera parte, con un mundo post apocalíptico lleno de contrastes entre los distritos humeantes y destruidos por la guerra y el Capitolio que era un mundo de lujos, de maquinaciones y de poder. Acá todo se ve más gris, menos espectacular en su puesta en escena, porque se privilegia la aventura, el peregrinaje por túneles y cloacas para alcanzar al odiado Presidente Snow.
También se echa de menos la esencia de lo que era la serie: los brutales juegos de competición donde solamente uno podía salir con vida, una suerte de escenario macabro que era una réplica sofisticada del circo romano. Al no estar los "juegos del hambre" el espectáculo se reduce en su brillo y todo se asemeja más a los típicos filmes anti utópicos que van desde 'Mad Max' hasta 'Insurgente'.
Lo que queda es un desenlace algo obvio, pero no menos efectivo y una aventura que va creciendo en intensidad, en efectos especiales y en sintonía con los fanáticos de la saga.
Desde luego que "Los Juegos del Hambre" toma sin complejos de culpa elementos de películas clásicas del estilo futurista desencantado. Un espectador atento sabrá reconocer la enorme influencia de François Truffaut y "Fahrenheit 451", algo de "1984", mucho de "El señor de las moscas" y cierta estética heredada de "Aliens", de James Cameron, solo por mencionar algunas evidentes referencias.
Con todo esto, se trata de una película que, en su estilo, entrega lo que promete, no engaña a nadie y llega a un final que de alguna manera rompe el esquema tradicional y obliga a los espectadores a reposar la mirada para entender el significado de esta popular novela en el universo juvenil: una sociedad fascista que se parece a muchas del mundo contemporáneo.
Victor Bórquez
Escritor, docente y
comentarista de cine