Reina la pregunta ¿cómo salir de la grave crisis de confianza que tenemos?. Equivale, preguntar cómo salir de una adicción, ¿qué lo llevó a "su adicción"?. ¿El alcohol?, ¡déjelo!, así de simple. Hace décadas se implantó una visión de desarrollo del mundo feliz, cubriríamos nuestras necesidades básicas a las más sofisticadas. Pero, todos a trabajar y competir hasta afiebrarse. Nos masificaremos de autos y de tecnologías. De ciudadanos, ahora somos consumidores insaciables, adoradores del señor dinero. Y, los más codiciosos han socavado hasta el sentido patrio.
Las fusiones empresariales, monopolios, inherentes al mercado competitivo, simplificarían las gestiones financieras. Los Partidos Políticos contagiados por tal dinámica, centralizados dominando el territorio. El Parlamento "emburbujado". Compramos al contado una libertad fantasiosa: nadie abusaría de nadie, cada uno "mata su toro" en educación, salud, previsión.
Esta libertad nos atomizó en un individualismo que esfumó el Bien Común. La globalización "remató" la identidad nacional. Algo nos queda, "La Rojita". Nos pellizcan los ¿países hermanos?, están Relaciones Exteriores, los profesionales de la diplomacia, y comisiones a exponer afuera los argumentos.
El Centralismo estranguló el desarrollo orgánico nacional. Súmese al smog, la desconfianza y sorderas que obliga tomarse las calles, lo que insta a sofocar "las indignaciones" con chorros y lacrimógenas.
Reconozcamos nuestra enfermedad para sanarnos. Necesitamos de una quimioterapia, aunque nos deje pelados, aunque nos produzca convulsiones, debemos asumirla. Recuperemos una Democracia verdadera para los hijos de nuestros hijos. "La casa se nos perdió". Es posible una revolución más radical, la más profunda, la más fecunda, sin tirar una piedra.
Sin humillar ni humillarnos: despertemos la conciencia de ser personas responsables e interdependientes. Practiquemos desde nuestros hogares el respeto, y, "formar personas" sea la mística en todo el sistema educacional. ¿Simplismo? Recordemos, el espíritu vivifica el cuerpo, la savia al árbol, la energía a la materia. Humanizar para transformar. Sobre esta roca fundemos la arquitectura constitucional.
Pedro Aranda
Académico universitario