La frase se ha dicho, comentado y analizado bastante, pero nunca parece dejar de ser suficiente. La educación pública chilena tiene una crisis severa que exige correcciones a la brevedad, por los alcances que ello tiene.
Hasta hace unas décadas, buena parte de los líderes actuales, en Antofagasta y el país, eran hijos de la educación pública. Del Liceo de Hombres, el Instituto Comercial, el Liceo de Niñas, provinieron fecundas personalidades -varones y mujeres- que han hecho grande a la ciudad y la región. ¿Qué pasa ahora?
Desde la municipalización de la educación, es evidente el deterioro de esta alternativa que tiene un enorme valor en sí misma, por su carácter público, gratuito y laico, no confesional. Además, siempre fue transversal, lo que es muy sano para la sociedad. Hasta hace unas décadas, allí estudiaban desde modestos alumnos hasta aquellos con padres profesionales, o con un buen pasar.
Lamentablemente, hoy las alternativas municipales están dirigidas en su mayoría a los sectores más pobres, con poca presencia de otras clases socioeconómicas, lo que cierra las posibilidades de diálogo o encuentro entre los distintos niveles.
Hoy, quien puede pagar, no tiene a sus hijos en los colegios administrados por los municipios y quienes allí están, no pueden contar con la mejor de las educaciones, debido a los pocos recursos que el Estado destina, a la precaria situación laboral de los profesores y al escaso nivel cultural que traen muchos menores.
Esa realidad complica mucho más la educación y determina el futuro de los niños, lo que implica la imposibilidad de romper el círculo de la pobreza, o la posibilidad de avanzar económicamente con las nuevas generaciones.
La educación integral -no sólo aquella desarrollada en las aulas- es apreciada como el mejor y más eficiente vehículo para el desarrollo. Es el camino más largo, el más difícil, pero el mejor. Chile debe hacer un esfuerzo real por mejorar su educación, pensando en la competencia mundial. No nos sirve generar personas mediocres, sino apuntar a un verdadero desarrollo, con la educación como estandarte.