A propósito de desalojo
" Debemos brindar un trato digno, sin segregar aún más, a aquellos que viven en condiciones extremas".
Con ocasión del debate por el desalojo de 26 campamentos que encendió las redes sociales, detonando varios titulares a nivel nacional, y sobre todo a partir del encabezado de este Diario el pasado miércoles 30, surge la necesidad de reflexionar sobre cómo abordar la pobreza que existe en nuestra región y si ésta se erradica o supera.
En estas mismas páginas, se ha informado que actualmente 3.000 familias de Antofagasta viven en campamentos y que el 43% de sus pobladores son inmigrantes de distintas nacionalidades.
La invitación entonces es a salir de la pelea chica y focalizar la atención en el fondo del problema: 3.000 familias viven hoy en campamentos. Así es, en la región más rica del país -con un PIB por habitante similar al Reino Unido- hoy 9.000 personas se encuentran en esta situación.
Este no es un desafío exclusivo de nuestra región, ni tampoco de nuestro país. Es la tarea de todas las sociedades que han avanzado en el desarrollo material y económico, dejando atrás otros factores.
El empleo sin duda es un factor relevante, y por lo tanto, la desaceleración que está experimentando la minería regional, con el cierre de faenas y ajuste de dotaciones, es algo que nos debe preocupar. Asimismo, la calidad de la educación que, sin duda, sigue siendo el principal movilizador social. Por esto, cualquier propuesta para superar la pobreza debe necesariamente incorporar como eje estratégico la calidad en la educación, junto con la política habitacional y la forma en que abordamos la construcción de viviendas sociales, es decir, una mirada integral.
Pero el desafío se hace aún más complejo, cuando a estos factores; empleo, calidad de la educación y política habitacional, se agregan constructos sociales que analizan la delincuencia vinculándola riesgosamente con la pobreza. Ahí la pelea es contra los juicios irresponsables, percepciones erróneas. La reflexión entonces es cuál es rol de quienes estamos fuera de los campamentos, para hacer frente a este desafío. Mi respuesta es que la solución no sólo pasa por lo material, sino por el sincero respeto a la persona. Eliminemos prejuicios y discriminaciones. Entendamos que no sólo necesitan recursos económicos. Que a propósito de desalojo, la pobreza no se erradica, se supera.
Exequiel Ramírez
Rector Universidad Santo Tomás