Carolina Collins/Agencias
Para la española Elena Anaya, las películas no son solo entretenimiento, sino además una experiencia transformadora. La actriz cuenta que con cada nuevo personaje que encarna atraviesa "vidas con ellos" y vive "experiencias tremendas", como la sensación de la pérdida de un hijo que debió imaginar para su rol de Amanda en "La memoria del agua", del director chileno Matías Bize.
La española, que se ha hecho conocida como una de las musas de Pedro Almodóvar, se encuentra junto al realizador presentando la película que compite en la sección Venice Days del Festival de Venecia.
El rol
En la cinta Anaya interpreta a "Amanda", una mujer que decide poner fin a su matrimonio con Javier (Benjamín Vicuña) luego de que ambos perdieran a su hijo Pedro de cuatro años en un accidente. La historia comienza tiempo después de la tragedia, cuando ambos deben decidir cómo continuar con sus vidas después de la pérdida.
Ahí es donde deciden tomar caminos diferentes, no solo sobre la manera que siguen sus vidas, sino también en cómo conducen el dolor.
"Pienso que tal vez estas películas nos sirven para reflexionar sobre la crudeza de la vida y sobre qué podríamos hacer todos para construir un mundo mejor y más igualitario, donde todos tengamos más opciones de ser felices", reflexionó la actriz española.
Para Anaya sumarse a "La memoria del agua" fue una experiencia de vida, porque tal como lo hace con todos los papeles que asume, vivió una nueva vida a través de la historia de "Amanda". "Yo me alimento, vivo de esto (...), porque no los hago desde fuera", dijo sobre un rol que implicó que estuviera al borde del quiebre en prácticamente todas las escenas.
"Hay muchas técnicas, pero esa cara de sufrimiento no la hace el maquillaje. Hay que llorar desde un lugar muy profundo y doloroso", afirmó sobre el modo en que se consigue dar vida a un personaje que sufre tanto.
Una prueba a la pareja
Anaya cuenta que una de las cosas que más le gustó del guión escrito por Bize y Julio Rojas, es que se centra en cómo la pérdida del hijo golpea a una pareja que aún se quiere pero que no sabe cómo seguir.
"Lo importante del guión es esa pareja, que se sigue amando pero ya de una manera que no es sana. Creo que es súper difícil reconocer y ser valiente cuando el amor ya se ha ido a un lugar lejano, que lo único que hace es entorpecer en la evolución y el crecimiento de las personas", cuenta.
Sobre su personaje, Anaya piensa que su estancamiento en el dolor es una forma de hacer reflexionar al público sobre sus propios sentimientos. "Ella quiere seguir conectada a ese dolor. Ella necesita una terapia urgentemente. Qué importante es hablar, qué importante es contarse las cosas, entregarse al otro cuando uno está tan perdido y tan destruido. Esas cosas también es importante verlas en la pantalla, para que uno en su casa diga 'creo que debería hablar más' antes de que alguien se vaya y nunca más vuelva", opinó.
En la vida "es importante ser valiente y dar pasos. Separarte de tu pareja cuando te tienes que separar. Decir fin cuando tienes que poner un stop en tu vida. Darte cuenta que tu amor se transforma también y a veces te entierras en vida cuando hay algo que no funciona", reflexionó.
Para rodar "La memoria del agua" la española debió viajar hasta Chile.
Sobre su participación en producciones internacionales, contó que "siempre que paso temporadas fuera de casa, lo disfruto, tengo la experiencia de poder conocer otros países y culturas, pero pierdo mucho tiempo de estar con los míos, que para mí siempre es más importante".
Y protagonizar el quinto largometraje de Matías Bize, significó un esfuerzo adicional, que era repetir muchas veces escenas de alta carga dramática. "Cuando has hecho una toma 35 veces, como la secuencia con la que empieza la película, que era un plano secuencia, ya no sabes si arrancar la tela de la piscina o tirarte dentro y ahorcarte con la cuerda, llega un punto en el que no puedes más", confiesa.
Pero el resultado trae sus recompensas. "Como público me gusta ir al cine y que las películas me transformen, me emocionen, me hagan pasar un rato increíble, pero quiero que al salir no solo me haya reído y ya está, sino que me hayan permitido soñar despierta y vivir a través de las vidas ajenas de unos personajes inventados", explicó.
La cinta "más adulta" de Bize
Cinco años dedicó el cineasta chile Matías Bize a "La memoria del agua" y para él, todo ese trabajo valió la pena. "Siento que es la película que más me gusta, es mi mejor película, más adulta, más emotiva", dijo el realizador a EFE. Y a pesar de que la historia se centra en el drama de perder un hijo, Bize siente que no hizo un melodrama. "Creo que no fue un trabajo ni un ejercicio de autoflagelo, sino todo lo contrario; fue un ejercicio de vida y de belleza, que atraviesa lugares superlindos porque el dolor también puede ser lindo", explicó.