26 años sin Sabella
Han pasado 26 años desde aquel sábado en que nos estremecimos de incredulidad y angustia al conocer la infausta noticia: ¡Andrés Sabella falleció en Iquique! Y el dolor y la nostalgia son las mismas.
Llega agosto y se nos sacude el alma. Y el día 25, como cada año, hacemos una vigilia: vamos a acompañar a Andrés entre las 21 y las 23 horas, para que no esté solo en esa noche especial. Ya tuvo su noche de soledad aquella en que Thanatos, con su suave mensaje de muerte, le arrebatara la vida.
"¿La muerte? Nunca he pensado en ella, porque soy un hombre de acción. Sé que vendrá, no sé cuándo. Y no la espero, porque soy un enamorado de la vida"
Andrés, en esa fría noche del Hotel Eben Ezer, en Iquique, no pudo despedirse de nadie. Ni de Elba Emilia, ni de su hija Quenoique… Él, ameno conversador, charlista de cuanto evento se le requiriese, subió en silencio al "Barco Ebrio", para navegar hacia la eternidad, tal como lo predijo en Iquique:
"Por la medianoche cruzo la Plaza de Iquique. El reloj desvela a las estrellas. Me detengo. ¿Por qué? Algo me obliga a levantar los ojos hacia el cielo y, allá, borrosamente , veo una barca que atraviesa las altura, hundiéndose en el agua misteriosa de las sombras, como aquella otra que enrojeció de gloria la boca de las olas"
Hoy, después de 26 años, Sabella está más presente que nunca. Pronto, el Aeropuerto llevará su nombre. Sus poemas son inspiración para composiciones musicales. Sus dibujos son aplicados a prendas de vestuario. Corporación Cultural, Museo, Casa de la Cultura, Liceo, Avenida, Concursos Literarios, Premios Literarios, llevan el nombre de este poeta, que puso a Antofagasta en el circuito de la literatura del más alto nivel.
El término "antofagastinidad", de su creación, ingresará a la Academia Chilena de la Lengua para su evaluación y aprobación, labor que cumplirán nuestros Miembros de la Academia.
Andrés Sabella viajó sonriente y lleno de proyectos hacia Iquique. Volvió en un ataúd, pero orlado de eternidad y gloria.
¡Digo paz, dilo conmigo!