El gobierno estadounidense sigue gastando decenas de millones de dólares al año para devolver a las familias los cuerpos de soldados desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial.
En bosques de Alemania o en las junglas de Papúa-Nueva Guinea, equipos del organismo que se ocupa de los prisioneros de guerra o de los perdidos en combate (POW/MIA), que depende del Pentágono, investigan y hurgan en diferentes lugares para encontrar a soldados estadounidenses y, cuando es posible, devolverlos al país.
La agencia emplea arqueólogos, historiadores, médicos forenses y dispone en Hawai de laboratorios ultramodernos para identificar los restos.
"Cuando trabajo en un caso, me acuerdo de esta mujer" que décadas después pudo finalmente conocer la suerte de su padre, un soldado desaparecido en un bosque alemán, explicó a la AFP el doctor Stephen Johnson, uno de los historiadores de la agencia POW/MIA.
Sandi Jones, de 60 años, quien reside en Montana (norte), sintió una alegría inmensa cuando la agencia la llamó en 2014 para decirle que su tío William D. Bernier había sido encontrado 70 años después de haber caído con su avión en la jungla de Nueva Guinea.
"Quedé completamente pasmada", afirma Jones. El joven cuya fotografía había recuperado, aquel sobre quien los abuelos jamás quisieron hablar, podrá ahora descansar cerca del rancho familiar.