Chilenos y colombianos: un vínculo en pleno desarrollo
sociedad. Desde el 2008 la capital minera es un lugar de acogida para los inmigrantes cafeteros. Hoy son más 15 mil, pero los expertos dicen que existe desinformación sobre este fenómeno social.
Las calles ya no son las mismas que a principio de siglo, cuando era difícil encontrar colombianos en Antofagasta. En 2008 eran cerca de 4 mil; en 2010 superaban los 6 mil y hoy se estima que hay más 15 mil.
Es común ver cafeteros saliendo de clases con chilenos y parejas de ellos en las calles. Pero también el proceso de migración trajo desencuentros como la marcha anticolombianos, las riñas post partido entre las selecciones y el sketch de "Morandé con Compañía".
El antropólogo dedicado a estudios de migración de la Universidad de Antofagasta, Alejandro Bustos, explica lo complejo que es el primer acercamiento cultural, donde los chilenos y colombianos notan sus diferencias. Lo peor se los llevan los descendientes afroamericanos, quienes sufren menos tolerancia de parte del país de acogida.
"El problema lo tenemos los chilenos, no los grupos inmigrantes. Culturalmente en los aspectos educacionales, nuestra población no está preparada, o al día, frente a lo que se hace en otros países en cuanto a la inmigración", precisa Bustos.
Sin embargo, piensa que es necesario tener otra visión de este asunto. "Hay 894.447 chilenos, contando a la primera generación de hijos de inmigrantes, que viven en otros países (Dicoex, 2013). O sea que por cada extranjero que llega hay dos chilenos que se han ido. Aún somos un país expulsor de compatriotas", dice.
'Colapsados'
El Valle del Cauca es el lugar de origen del 62% de los colombianos que llegó a la ciudad. Sobre eso, la profesora de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Maria Echeverri, manifesta que "nacieron en las orillas de un profundo mar y grandes ríos que los constituyen. Hablan alto y con las manos, escuchan currulaos, y las mujeres cantan pregones. Y eso los hace ricos en una diferencia cultural, si se quiere, de la cual la sociedad chilena podría enriquecerse".
Pero esto no siempre es bien recibido por los chilenos. Alexandra Miranda, una dueña de casa que llegó desde Santiago a Antofagasta, piensa que lo que salió en "Morandé con Compañía", donde una actriz expuso sobre cafés y precios en doble sentido, "no se alejada de la realidad".
"Salió a luz muy fuerte no más eso. Yo en el centro me siento insegura, colapsada. Llegué acá con eso de que los antofagastinos eran apáticos, pero ahora es más fuerte porque hay más gente de afuera y te causa más rechazo", cuenta.
Un alumno de cuarto medio (17) del Liceo Andrés Sabella, que prefiere no dar su nombre, opina que "hay colombianos que son malos para la sociedad y otros que son buenos, que vienen a aportar. Eso ha influido en la ciudad, porque hay habido muchos asesinatos, robos, drogadicción, más de la que había. Y hay que ver papeles, antecedentes. No puedes dejar pasar a un colombiano que haya traficado antes".
El psicólogo dedicado a la investigación de inmigración de la Universidad Católica del Norte, Alfonso Urzúa, expresa que no es positivo generalizar de que los antofagastinos rechazan a los inmigrantes.
"Muchos dicen que están quitando trabajos, que ha aumentado la violencia, o cosas como esa. Sin embargo, ningún dato duro respalda esas aseveraciones. En la medida que haya una disposición a conocer y aceptar al otro, el clima irá cambiando", explica.
Y complementa con que "afortunadamente, la mayoría de los antofagastinos tiene claro que la ciudad se ha construido en base a la migración, que es una oportunidad enorme para que la ciudad crezca en términos sociales y culturales. Son un verdadero capital cultural y que aporta a la diversidad, pero debemos aprender a manejar y gestionar este proceso, que nos ha pillado desprevenidos", reflexiona Urzúa.
agradecida
La historia de la periodista colombiana, Briggith Calderón, grafica la inmigración del país cafetero en Antofagasta, pese a que -a diferencia de muchos de sus compatriotas que llegan buscando una mejor vida económica- ella llegó en 2003 desde Bogotá, motivada por una "locura de juventud".
Tenía 21 años en esa época, quería pasar las vacaciones con un amigo virtual que conoció en el chat de Kazaa. Era tanta su afinidad que a los cinco días de estar en la ciudad, esa amistad se transformó en un matrimonio.
"Percibí que había mucho boliviano y peruano. Éramos pocos los colombianos, casi nada. En la fila de Extranjería era la única. No tuve mucha suerte al principio en el campo laboral, pero el carisma distinto que uno tiene y el acento llama la atención para abrir puertas", recuerda Calderón.
La relación duró 4 años y medio. Llegó el divorcio y entendió que había hecho su vida en Chile, sobre en todo por su crecimiento profesional.
Ya lleva 12 años en Antofagasta y relata que "pasé por las frases típicas de quédate callada, Chile te da de comer. En el fondo fue difícil lo del trabajo, que una extranjera diera las noticias, que fuera a una conferencia de prensa, que hiciera preguntas. Había cierto rechazo inicial por eso. Y ciertas autoridades decían por qué una extranjera me critica, cuando trabajé temas más políticos, económicos y judiciales", relata la periodista.
Hoy nota que las culturas están mimetizadas y diferencian, por ejemplo, cuando un colombiano atiende al público y es más servicial. No le agradan los prejuicios ni el racismo.
¿Ya te sientes ya antofagastina?
-Voy a empezar mi proceso de nacionalización. Es un trámite que dura un año y sería la primera en nacionalizarme. Te confieso que aún cuando uno amas la raíz, las entrañas, cuando extrañas la comida. Me siento muy ajena cuando voy a Bogotá, no entiendo la dinámica, el sistema burocrático. Estoy afiatada en Chile, me siento chilena y agradecida.
¿Crees que pasará lo mismo con otros colombianos?
-Sí, sin lugar a dudas, saber que conviven los niños en las escuelas, en los trabajos, los matrimonios entre chilenos y extranjeros. Es obvio que va a venir un remolino de nacionalización.
Briggit Calderón Periodista
colombiana.