Necrospectiva
Austrobórea apostó a reeditar el primer libro de Pablo Espinoza Bardi: Necrospectiva, que es un potente golpe a los sentidos de quien no está familiarizado al terror y su inquietante efecto.
Es grato para el que conoce la edición de Cinosargo, que la actual posee un formato gráfico similar al de un grimorio, es decir, aquellos libros "ocultistas" de siglos pasados. El trabajo del diseñador mejillonino Luis Naranjo Rojas es sobresaliente y a la altura del contenido, que desde su origen prometió una proyección relevante.
Necrospectiva, es esquizofrénico e intuitivamente delirante. Se requiere ese campo fértil de la imaginación para que alcance la real dimensión de su apuesta. Juego onírico surreal o cruelmente tangible: variedad extensa de interpolaciones violentas y alucinantes. El terror se reviste de atmosférico, al recordar escenarios de películas de animación japonesas o recuerdos de nuestro acervo, aliento necesario para que el terror se desencadene en cuadros revisitados por nuestra experiencia vital.
Se nutre de referencias que hacen sentir esa dinámica. Pintores como Dalí, Beksinski polaco con su ambiente surrealista y de pesadilla y el inglés Bacon, sugiero al lector busque y examine sus cuadros y nadie quedará impávido.
Espinoza Bardi, nos empuja a esa esfera cosmogónica que es su representación del mundo con ojos descarnados y sádicos hasta llegar en el paroxismo hasta la disolución corpórea del narrador, del personaje y quizás la disolución del propio lector.
Su lenguaje nutre el onirismo forzado a una amenazante e instintivo reverso de la realidad, que tampoco es amable. Lo sanguinario se concreta en un lúdico abanico de viñetas; la apuesta se logra y crea escenas para un paisaje nacido de la dicotomía cielo/infierno.
Necrospectiva, nos deja ávidos de sueños contaminados de una atmósfera sofocante y demasiado real. Taxonomía de pesadillas y torturas en que lo único que nos salva del abismo, es el atisbo a lo que resta de nuestra cordura.