Exponor
Esta magnífica iniciativa que lleva adelante la Asociación de Industriales, resulta encomiable por el esfuerzo que se realiza en torno a generar las oportunidades de negocios que un verdadero clúster minero amerita. Además, la ciudad recibe el impacto favorable que implica este volumen de visitantes y recursos que generan una activación notable en algunos rubros de servicio en nuestra casi urbe.
Este despliegue significativo de recursos de mercadeo nos genera la interrogante respecto de si las empresas de la gran minería tienen un compromiso real con la ciudad y la región que vaya más allá de la oportunidad de hacer un buen negocio. De tal manera de no operar como un enclave que, una vez que la veta se agote o un sustituto lo derribe, solo deje en la región un enorme vacío donde deambulen desempleados y desesperanzas.
Hasta ahora hemos observado una política de responsabilidad social empresarial que apunta a resolver problemas puntuales de la ciudad y región, con el objeto de reducir los impactos que ellas mismas producen sin ir al fondo de los problemas más grandes que se generan en el ámbito de la contaminación, la congestión, la saturación de los servicios y así un largo listado de externalidades negativas que no logran contrapeso con las remuneraciones que pagan a sus trabajadores.
Existe, y este esfuerzo expositor lo deja de manifiesto, una asimetría entre los esfuerzos que realizan los nativos de nuestra región por darle perspectiva a la minería y la mirada que tienen los ejecutivos de la gran minería, los que toman decisiones, respecto del aporte con perspectiva de futuro que hacen a la región. ¿Cuántas de las 1.060 empresas abastecedoras que exponen son de la región? ¿Cuánto de los millones transados quedarán por estos rumbos? ¿Nosotros no tenemos capacidad o es que el sistema favorece a productores de la capital o internacionales?
Lo paradojal de Exponor, es que este enorme esfuerzo local, termina siendo el fiel retrato de lo que ha sido el clúster minero para la región: una enorme oportunidad de negocios donde nosotros oficiamos de anfitriones, pero el banquete se lo sirven otros y así hasta dentro de dos años más, cuando seguiremos escuchando discursos respecto de nuestra minería de clase mundial que en lo local nos deja, además de un sabor amargo, mucha congestión.