La agenda de la ciudad y Región de Antofagasta ha estado fundamentalmente copada durante el último año por el problema de contaminación. El mismo ejercicio a nivel país nos dice que los casos de corrupción dominan la discusión mediática.
Es obvio que son temas relevantes, pero también es cierto que no pueden ser los únicos. En la maraña cotidiana dejamos de pensar en el largo plazo, más allá de la contingencia, abandonando las ideas de futuro que podrían guiar nuestra tierra.
Tal pregunta es completamente válida en el entendido que ninguno de los ejemplos citados más arriba sirve para la construcción del futuro.
¿Dónde estará Antofagasta en 50 años más? ¿O dónde estaremos cuando ya no haya cobre? ¿Qué estamos haciendo para pasar de una economía de extracción de recursos a una de inteligencia?
Consultados para esta crónica tienen una opinión crítica. Antofagasta parece no tener hoy una agenda de desarrollo, lo que nos golpea en el presente al no tener una hoja de ruta que defina prioridades, y mucho más en los años siguientes, al no saber adónde se quiere llegar y cómo lo haremos.
en el papel
Luego de la Estrategia Regional 2001- 2006, se dio paso a la Estrategia 2009- 2020, la que dio cuenta de avances importantes como el crecimiento económico, la superación de la pobreza e inclusión social y la satisfacción de necesidades básicas y mejoramiento de la calidad de vida.
Como avances pendientes estaban la protección del medio ambiente y sustentabilidad y el desarrollo territorial integrado, armónico y equitativo.
Lo anterior en el marco económico siguiente: la minería aporta más del 55% al PIB regional (80% cobre), seguida muy de lejos por la construcción con un 12%, vale decir, se reconoce que esta es una región monoproductora, con los riesgos que eso implica.
Para ser más concretos, es un plan estratégico el que permite hacer explícito, por ejemplo que Viña del Mar o Pucón son turísticos o Temuco una ciudad de servicios y educación.
A partir de eso, se establecen estándares e inversiones que apoyen esa propuesta consensuada.
¿Qué es Antofagasta?
Es minería y servicios. ¿Pero ello es conocido? ¿La inversión sigue esa dinámica? ¿Están esas conversaciones? ¿Hay coincidencia?
Nada de eso parece claro.
El exintendente Cristian Rodríguez citó que hace menos de dos años se dio a conocer un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que concluía que la región proyectaba la imagen de un gran archipiélago compuesto por numerosas islas que funcionaban con lógicas individuales no conectadas entre sí.
Lo preocupante es que -opina- a dos años de aquel informe el mapa regional ha continuado fragmentándose, no existiendo en el horizonte una voluntad que integre los anhelos colectivos de aquí a 50 años.
planes privados
¿Qué hay entonces? Están por ejemplo, los planes Creo Antofagasta y Calama Plus, pero que han salido desde el sector privado y no responden a las complejidades de conducir una región en todos sus ámbitos, vale decir, no sólo en lo referido a las concreción de obras.
El exintendente Jorge Molina fue sugerente.
"Existe una estrategia regional de desarrollo y el gobierno debe hacer que se ejecute, debe aplicarla independiente de los planes privados y mixtos que existan al respecto".
Molina no lo dice, pero se infiere una crítica sobre otras alternativas, como la relación que existe con el Creo, que parece hacer descansar a las autoridades de una responsabilidad más profunda.
El economista Antonio Sánchez coincide en lo macro. Los planes existen, a nivel municipal y regional, el problema es que los proyectos simplemente no se ejecutan.
"Normalmente estos planes se realizan porque existe una obligación legal de tenerlos, si no se realiza la autoridad se arriesga a graves sanciones, por tanto, para cumplir con esa obligación, se contrata a una consultora externa por varias decenas de millones, la cual realiza el trabajo, y luego se realiza un gran evento de entrega y normalmente allí queda, en un bonito documento en alguna estantería física o virtual, como se acostumbra ahora".
centralismo
Cristian Zamorano, académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Administrativas de la Universidad de Antofagasta apunta a algo más profundo.
El centralismo chileno.
En efecto, es probable que muchas regiones del país no tengan clara su vocación, ni cómo fortalecer, ni promover aquello por medio de una estrategia ad-hoc.
Según Zamorano, también hay una mirada centralista, comprensible en algún momento, pero ya no.
"El plan regional no se ve claro. Lo único que he oído es el plan para el megapuerto de Mejillones. Queda claro que el desarrollo de Chile no ha llegado a todas las regiones y es evidente que Antofagasta es la zona del país que requiere un plan con mayor urgencia".
El informe que Creo encargó a la Ocde -ver recuadro- apunta a lo mismo. Se necesita un plan para la ciudad, lo que es extensible para la región.
El empresario Luis Alberto Gaete apunta. No existe un plan que refleje metas y objetivos claros, que vaya más allá de la contingencia inmediata y cortoplacista.
"Aquí se requiere un verdadero organismo que planifique esta Región, porque ese adecuado plan no viene de donde naturalmente tiene que venir", precisó.
Ese parece ser el problema. Desde hace un tiempo. Hace unas décadas había "sueños" como convertir a Antofagasta en "la capital minera del mundo", lo que se concretó con éxito, gracias al concurso público y privado.
¿Y hoy?
Osvaldo Pastén, vicepresidente de la AIA enfatiza el punto. "Hoy más que nunca requerimos repensar lo que deseamos ser como ciudad: ¿qué identidad queremos generar en el mundo? ¿Deseamos ser conocidos sólo como "la anomalía geológica? ¿La mejor ciudad del mundo para ser el soporte de la industria minera? ¿Ciudad hub para el Centro Oeste Sudamericano? Lo que deseamos ser debe ser un acuerdo de los ciudadanos", apreció.
El tema está pendiente en la tierra de las paradojas. La más rica, pero con tantos déficit por resolver.