No hay nada más valioso e importante en la vida de los seres humanos, que decir y vivir siempre con la verdad, por muy simple y sencillo que parezca, paradójicamente es una acción que cada vez parece alejarse del diario existir. Claro es que debemos aceptar que desafortunadamente vivimos en una sociedad de apariencias. Esta práctica nos ha llevado a perder cada día más la credibilidad en todo y lo que es aún más grave, en todos.
Decir la verdad, siempre la verdad, nos lleva a tener una vida plena y realizada. Nos hace caminar de frente por la vida con la propiedad de sentirnos seguros, auténticos y humildemente satisfechos, que a ninguna persona le hemos tratado de presentar una imagen irreal de nuestra personalidad , menos aún de nuestra alma.
Y es que, pienso yo, que no hay satisfacción más grande en la vida, que cuando se actúa en todos nuestros actos diarios con la verdad por delante. Debemos reconocer sí, que una serie de males a diario atentan contra nuestra sociedad, debido a la pérdida paulatina de ejercer este accionar, el cual para quienes somos cristianos, constituye un Mandamiento.
Mentir por mentir o hacerlo por encubrir una mala acción o error, nos llevará siempre por la calle del dolor y nos restará la prestancia de ser una persona intachable. Lamentablemente el relativismo actual del comportamiento humano, transforma la mentira en una práctica que no mide su consecuencia ética, lo cual genera a diario grandes conflictos que comprometen la confianza de las personas y de lo que es también muy grave, de las instituciones. Como educadores, padres de familia e integrantes de una sociedad, que aspiramos sea cada día más justa y humana debemos reforzar la práctica y ejercicio de la verdad en todo ámbito.
Actuar con la verdad, nos hace a todos personas distintas, un ser humano que vive en la verdad, lo revela en lo más propio de su ser, el hombre y la mujer que hace de la verdad su filosofía de vida, son personas que trascienden paz interior y la transmiten, son personas confiables e influyen positivamente en su familia, trabajo y en todo medio que se desenvuelven.
Lo mejor de nosotros mismos siempre se verá reflejado en cómo somos capaces, pese a los problemas diarios, de vivir plenamente en la verdad. No olvidar jamás la santa sentencia: " Tan sólo la Verdad nos hará libres…".