La Chimba: así funciona el cuestionado basural local
ambiente. Durante cuatro décadas terreno de 54 hectáreas ha recibido desechos de toda la ciudad.
En pleno Barrio Industrial de la ciudad, en las cercanías de condominios y colegios, se encuentra el basural La Chimba, que en estos días está en el ojo del huracán por la orden de cierre que Salud dictó en su contra y que debe cumplirse en seis meses.
Las 54 hectáreas de terreno, donde el municipio acopia diariamente cerca de 650 toneladas de desechos domiciliarios, escombros y residuos no peligrosos, han sido una piedra en el zapato para las autoridades, que todavía no logran ponerle un candado, pese a que ahora existe una fecha marcada con rojo en el calendario.
De su superficie total, 25 hectáreas alcanzaron su máxima capacidad y permanecen selladas con coberturas especiales, según informó la empresa administradora.
De las 31 restantes, 10 se utilizan para acopio de residuos no peligrosos y escombros, y otras 9 para desechos sólidos domiciliarios. Las hectáreas que quedan libres, están reservadas para uso futuro, si surgiera la necesidad.
Ingresar al lugar a dejar cualquier tipo de basura, no es difícil. La entrada es gratuita y sólo los camiones que llevan escombros son fiscalizados para que no superen la cuota máxima permitida.
"Sólo exigimos una bitácora de ingreso o guía de traslado. Si el chofer no la posee, le proveemos una para que declare de dónde proviene el residuo y cuáles son sus características. Después se destina, según su carga, a la cancha de residuos domiciliarios o al sector de residuos peligrosos o escombros", explicó Waldo Vásquez, administrador del lugar.
El control fue adoptado en consideración al aumento de solicitudes de ingreso a la cancha de escombros, a raíz de las lluvias que afectaron recientemente a la comuna.
ESCENARIO
Al ingreso se observa un grupo de recicladores, en su mayoría jóvenes con la cara tapada, que reciben a los camiones y camionetas particulares. Ellos forman parte de los cerca de 200 trabajadores independientes que ejercen el reciclaje en precarias condiciones.
El escenario en el recinto es devastador. Un olor nauseabundo inunda el aire y cuesta abrirse paso entre las cortinas de moscas, palomas y jotes.
Esto ocurre porque la basura se amontona en las canchas de disposición final, sin clasificación previa ni protección que la aísle del ambiente. Pasa directo del camión recolector al suelo, literalmente.
Abrirse paso en el lugar también encierra un riesgo por la cantidad de máquinas que pasan constantemente arrastrando y aplanando basura.
En este escenario, llama aún más la atención la presencia de los recicladores, quienes se desplazan temerariamente por el lugar buscando papel, latas, cartones y ropa.
Vásquez explica que ni el municipio ni la Administración tienen atribuciones sobre ellos, pues se trata de personas que realizan esas labores de manera independiente y hace largo tiempo.
"Sólo nos queda trabajar con ellos en armonía, ya que no tenemos una relación contractual y están aquí hace más de treinta años", manifestó.
Recicladores
Franchesca tiene 21 años y desde los 11 acompañaba a su familia a reciclar.
Tímida en un comienzo, tiene la cara tapada, viste ropa ligera y unos guantes como única medida de seguridad. Unas largas medias le protegen las piernas. Según ella, no necesita nada más para trabajar.
La joven aclara que sólo hablará para manifestar su rechazo al cierre del basural.
"Gano cinco mil pesos diarios reciclando cartones, latas y botellas. Con eso mantengo a mi hijo. No sé porque van a cerrar el vertedero. El gobierno nunca ha venido a hablar con nosotros y preguntarnos qué haremos para seguir viviendo", argumenta.
Otra visión tiene Rudy Ortega, de 58 años, quien trabaja en La Chimba hace tres décadas.
"Todos hablan del vertedero, pero nadie habla de la gente que trabaja acá. Es difícil que cierren esto. Dónde van a llevar la basura dentro de seis meses. ¿A Mejillones?, ¿Qué comuna va a querer que le dejen más basura?", interroga.
El administrador del recinto coincide. Para él hay aspectos técnicos no considerados en la decisión tomada por el Ministerio de Salud.
Según Vásquez, las falencias que explican la orden de cierre se están corrigiendo y no existe otro lugar apto para acopiar la basura de la ciudad.
Respecto a las quemas ilegales, añade que se producen fuera del recinto y que "se han generado planes de acción especiales" para controlarlas el tiempo que tarde la construcción de un nuevo relleno.
Análisis de la composición de los desechos domiciliarios que llegan al vertedero indican que el 50% de ellos son reciclables. Estos corresponden a papeles, cartones, plástico, vidrios y metales. El 32% restante sería materia orgánica y un 18% entraría en la clasificación "otros". La Chimba comenzó a operar hace más de 40 años y se calcula que en el lugar están depositadas unas 2 millones de toneladas de basura. Una vez que el basural cierre definitivamente, será necesario realizar obras de saneamiento en el lugar y dar un nuevo uso al predio. Aquello se está trabajando a través de un anteproyecto.