"Política de los acuerdos: ¿cuándo aprenderán?"
No cabe duda que los casos Penta, Caval y muy especialmente la arista SQM, de la cual aún se siguen conociendo nombres, han sido uno de los golpes más duros y letales para la clase política, especialmente en cuanto a la relación con los ciudadanos y la opinión pública en general.
Pero paradójicamente son este tipo de hechos, que traspasan sesgos e ideologías, los que unen transversalmente a todos los actores en pos de acuerdos institucionales que otorguen cierto grado de estabilidad a un convulsionado sistema político. Y es que si con la creación de la Nueva Mayoría no dejó de ser llamativa la convergencia tanto del PC como la DC en un mismo conglomerado lo cierto es que un acuerdo, que va desde la UDI hasta el PC, ciertamente es para no quedar indiferente pero seamos claros: una cosa son los acuerdos instrumentales y otra muy distinta los cambios en el comportamiento y conductas humanas de quienes ejercen el poder.
Este tipo de prácticas o situaciones no son, desafortunadamente, nuevas en el quehacer político. Lo que sí ha cambiado es el escenario informativo donde hoy sí existe una incipiente opinión pública que no sólo buscar estar informada del acontecer sino que además opina y exige conductas mínimas de probidad, vocación y transparencia a sus representantes. En la actualidad aquello que era propio del mundo privado ha dado paso a la instalación de una esfera pública donde hay todo por descubrir.
Por esta razón aquí no se trata de hacer acuerdos porque sí, por la simple razón de querer tapar el sol con un dedo o por el simple hecho de apelar a la mala memoria histórica que, podríamos suponer, iría en retirada. Lo importante de todo esto es establecer un categórico "nunca más", un acuerdo nacional que implique sanciones a los involucrados y no impunidad. Que quienes están siendo investigados no vuelvan a ejercer cargos públicos ni de representación popular y donde el "caiga quien caiga" sea mucho más que una frase de buena crianza en tiempos de crisis. Hoy la clase política tiene una oportunidad inmejorable para comenzar a reconstruir el vínculo de confianza con la ciudadanía en acuerdos, que revistan la seriedad y sentido país que Chile se merece, o caer en las lógicas simplistas de acuerdos por el simple hecho de acordar el resguardo de intereses particulares por sobre el bien común.