El cura Donoso
Octubre de 1973. La puerta de la celda de aislamiento N °16 es abierta por un esbirro de gendarmería en la Cárcel de Antofagasta. La figura del cura José Donoso me observa hasta dejar vislumbrar una emoción contenida.
Me abraza y el cura solloza. No atina a elucubrar alguna letanía de esperanza ante la tragedia que estaba viendo en una cárcel con alrededor de 300 detenidos de las tres universidades: la Norte, UTE y la Chile.
Observa que no tengo cama. Ni frazadas. Se ofrece para traerme lo necesario. Le traspaso la llave de la casa donde habitaba hasta el 24 de septiembre: Salvador Reyes 1013. Fui detenido en la Escuela de Periodismo por los esbirros de Investigaciones, respondiendo a la delación que emergió de la vice rectoría designada por la dictadura, a cargo de Enrique Ferrando.
El cura Donoso ingresa a la casa. Asciende la escalera de madera. "¡Quién es usted!". La negra pistola apunta a la cabeza del cura jesuita. La esgrime un "boina negra" que lo mira con ira.
"Vengo a buscar algunas ropas para un detenido… él vive acá", dice el cura con voz trémula. "¿Usted es amigo de este sujeto?"…"Fui su profesor de Historia del Arte en la U. del Norte".
Lentamente el militar fascista baja el arma y al ingresar el cura al dormitorio observa el piso cubierto de cartas. La misión del milico era leer mis cartas en busca de alguna pista de "los planes de exterminio que habían fraguado los delincuentes de izquierda".
"Casi me matan, Osman", me relata al retornar a la celda 16 con las ropas necesarias. Fui uno de los cientos de detenidos que recibieron el apoyo del cura Donoso. Cubriendo la ciudad con su bicicleta Eiffel. Llevando peticiones y trayendo respuestas en su calidad de capellán de la mazmorra.
Cura generoso, auténtico y aguerrido. Fue detenido por la dictadura. Empujado y vejado por quienes destrozaron la democracia.
El cura Donoso falleció hace pocos días en su silencioso retiro de la capital. Se espera el homenaje de la Universidad Católica del Norte.