Chile, la cuadratura del círculo (parte I)
Ser chileno hoy es sentirse el "top one" del Universo: vivimos "la cuadratura del círculo". Somos la innovación de lo imposible, de una creatividad superior a las imágenes de Salvador Dalí.
Más de la mitad de los trabajadores vive con $300.000 mensuales. Subimos las escaleras mecánicas con espaldas encorvadas de deudas. Algunos acontecimientos de noticia nacional, que podrían haber impactado fuertemente las sensibilidades sociales, han quedado sólo como "como noticia": El 2013 se quemó a lo bonzo un dirigente sindical, pero como murió días después, pasó inadvertido. Unos trabajadores pasaron varios días colgados en una pluma a máxima altura en Concepción, quedó sólo como noticia. En Antofagasta a fines de enero 2015, un trabajador igualmente sentado en los aires sobre una grúa, también sólo noticia. La insensibilidad social, incomprensible aún al interior del mundo laboral, nos muestra que estamos en los témpanos de la indiferencia.
Ante la omnipotencia tecnológica, ¿no son las manos que finalmente protagonizan el mundo del hacer? ¿Es que ignoramos que la sociedad se sustenta sobre los oficios más humildes? Un solo ejemplo: ¿cómo viviríamos sin aquéllos que nos llevan nuestras basuras?, ¿por qué los árboles esconden el esplendor de sus raíces?
La economía del país nos tiene en buenos lugares de los ranking. Pero la salud mental de la mayoría de los chilenos está en un franco deterioro. Pululan las farmacias, los ingresos succionados por los medicamentos, por las clínicas, hospitales. Nos asombra el poder de convicción que se tuvo para que nos integraran los países de la OCDE, pese a ser un país con las mayores desigualdades e intoxicado de desconfianzas en su tejido social.
Pisoteamos el mundo político que elegimos. La democracia jibarizada por las elecciones y sus marketing. No son pocos los parlamentarios que representan regiones sin pertenecer a ellas. Se espera que los intendentes elegidos tengan reales atribuciones. ¿No es socavante del bien común?, ¿la "cultura anestesiante" no nos ha diluido de vernos como semejantes?, "Tu problema, es mi problema", fue el eslogan de los ayseninos hace algunos años, que nos atisbó que la democracia participativa no es una utopía.