Durante 15 minutos el cielo y el Balneario Municipal se iluminaron al ritmo de los fuegos artificiales que dieron la bienvenida al 136 aniversario de Antofagasta en el marco de la celebración "Esperando el 14" y que fue esperada por miles de asistentes.

La celebración de este nuevo cumpleaños de la ciudad se extendió por más de 6 horas con la presentación de una amplia parrilla de artistas locales, además del show que ofreció al público la histórica banda de la "Nueva Ola" los Blue Splendor.

homenaje

El punto más emotivo de la velada fue la participación que realizó la un contingente de la I División de Ejército con un homenaje al desembarco del 14 de febrero de 1879 al mando del coronel Emilio Sotomayor y que dio inicio a la Guerra del Pacífico, junto con el lanzamiento de salvas, como una forma de distinguir esta fecha tan histórica e importante para los antofagastinos y el país.

De todas manera la fiesta sigue esta noche en las Ruinas de Huanchaca en un evento que será que animado por las figuras de Canal 13 Tonka Tomicic y Martín Cárcamo.

Los Veteranos del 79 son chilenos que han de evocarse siempre en medio de la más límpida emoción, porque fueron ejemplo de amor patrio: todo lo arriesgaron en el combate y, supieron erguirse, triunfadores, contra la muerte. La muerte no era solo aquella que se ocultaba en el plomo de las balas. La muerte era también la sed, las distancias, el sol... Cuánta adversidad se les opuso, fue barrida por ellos. Entonces, no eran Veteranos del 79: ¡eran los héroes de 1879!

Cuando Chile se coronó con su heroísmo y agrandó su geografía y economía, los jóvenes de la Guerra del Pacífico no solo comenzaron a envejecer en años, sino que, en respeto y gratitudes. Las pensiones de sus jubilaciones estallaron en mínimas cuantías y la pobreza se allegó a sus brazos y aunque, brillaban escarapelas, no brillaban, en sus hogares, ni la holgura, ni el cariño a que se habían hecho acreedores. Llegó a decirse, que a los Veteranos del 79 se les deba "El Pago de Chile".

Su Cuartel de la calle Carmen de Santiago parece animado más que por seres, por fantasmas y recuerdos. He aquí algo que reclama la dignidad de nuestra antigua sangre en armas. Si esto no es posible, algunos espíritus limpios labran otras facetas de agradecimiento: Doña Yula de Sierra, maestra meritoria, de alta calidad, antofagastina de recia ley, contribuye a esta faena con su arte: publicó, en Santiago, un "Himno al Veterano", que fue decretado, como el cántico de estos tercios de imponderable "pana" y "ñeques" de acero.

Y si agregamos que es madre y nortina, comprenderemos que nadie mejor que ella para escribir un canto que perpetuara aquella gesta de pumas desatados en el desierto. No importa, acá, la riqueza de los versos: no es gala oratoria lo que se necesita, sino que terneza patriótica. El himno de la señora de Sierra lo posee. En estas horas de evocación nacional, exaltar la tarea de una antofagastina de real valía, es tanto como erguir una encendida bandera en el mismo corazón de nuestra pampa.