Dónde está el Estado
Ya cierra este 2014 y la dinámica comunitaria de la ciudad parece reducirse a esta pregunta, dónde se fue el Estado que debe otorgar garantías y seguridades a la ciudadanía, al propio sector público y por cierto a las iniciativas de privados. Son los propios temas de la agenda publica los que demandan una respuesta clara respecto de dónde se fue el rol del Estado, en materia de salud, acceso a la vivienda, derecho a vivir en un medio libre de contaminación, en las relaciones empresa - comunidad.
No se trata en modo alguno de un anquilosado protagonismo estatista, sino muy por el contrario, corresponde a la búsqueda de un Estado moderno.
Los episodios de contaminación, la desconfianza hacia los fiscalizadores, los reparos a la actividad empresarial, los déficits en salud y vivienda, el retraso de las obras públicas, las preguntas sobre delincuencia, la presencia de plomo en la sangre de niños antofagastinos y otras, tienen un común denominador, la escasa presencia del Estado en la región. Y ese vacío se ha gestionado, entre la buena voluntad, la sospechosa astucia y por cierto algo de ley del más fuerte, generando un enrarecido clima, que no permite certezas, entorpece el dialogo social y además dificulta que funcionen los motores del progreso y desarrollo.
Quizás una de las principales tareas de la descentralización radica en saber cuánto Estado se necesita para articular un nuevo trato entre la minería y los habitantes del territorio. Un pacto nuevo para producir la principal riqueza del país, basado en el respeto recíproco, en las reglas claras, en la horizontalidad de las relaciones y fundamentalmente en el reconocerse como ocupantes del territorio en igualdad de derechos.
El 2014 ha marcado un punto de inflexión, pues crece una incipiente ciudadanía dispuesta a influir desde la sociedad civil en las agendas de la autoridad. El desafío 2015 consiste en que el Estado aparezca para darnos respuestas de calidad.