Un buen regalo para Antofagasta
Tras días de incesante movimiento en el comercio y de la búsqueda de regalos para los seres queridos, llega la dulce calma de la Navidad, una fecha llena de simbolismo para el mundo cristiano y los niños.
Esta celebración recuerda la venida del hijo de Dios en un modesto pesebre, sólo acompañado de sus padres y los animalitos que estaban a su lado. Todo fue humilde, precario, pero en sí su historia cambió el destino de la humanidad.
Si bien el consumismo de los últimos años ha remecido el valor intrínseco de esta fecha, la Navidad es sinónimo de reflexión y de una mirada al yo interno para compartir con la familia y los seres queridos.
Tomando en cuenta esto último, qué bien vendrían algunos regalos u obsequios a nuestra ciudad, aquellos que no tienen precios, pero que son capaces de hacer cambios significativos en nuestra Antofagasta.
Y los pequeños grandes detalles marcan la diferencia. Poner en marcha la cultura del aseo, ser un buen vecino, respetar a quien está al lado y cuidar nuestra ciudad son, entre otros temas, simples acciones que tienen un común denominador: calidad de vida para todos.
Hay que unir esfuerzos entre todos: autoridades, vecinos, empresarios, académicos, trabajadores e inmigrantes. Aquí nadie sobra y de todos depende un mejor futuro para las nuevas generaciones.
Esta Navidad puede ser una valiosa instancia para regalar un mejor futuro para la capital regional, tantas veces mirada de reojo por la órbita centralista y también castigada por la apatía de sus propios habitantes.
Antofagasta merece una nueva mirada, pero para lograr ese objetivo lo primero que debe accionarse es la voluntad de sus ciudadanos. Es urgente un remezón cultural que tenga un efecto multiplicador en el tiempo.
Nuestra gran casa también merece de estos regalos que sólo dependen de la buena voluntad de sus habitantes y la convicción de generar cambios.