Un complejo escenario económico
La macroeconomía chilena está enferma. No es grave, pero puede llegar a serlo. Los síntomas son un crecimiento a la baja y una inflación al alza. Hace un año, Chile crecía sobre 4% y la inflación estaba en torno al 2%; hoy apenas crecemos 1% y la inflación llega a 5,7%. El escenario es peligroso.
El Banco Central enfrenta la presión de bajar su tasa para impulsar el consumo y la inversión, pero hacerlo tiene un riesgo: que los precios suban más aún y las expectativas se desanclen.
Partamos reconociendo que la explicación no está allende Los Andes. Las cifras del Informe de Política Monetaria que publicó el Banco Central en septiembre, efectivas para 2013 y proyectadas para 2014, respectivamente, lo avalan: crecimiento de nuestros socios comerciales 3,5 y 3,4%; tasa de interés internacional Libor 0,3 y 0,2%; precio del cobre 332 y 315 US$cent/lb; precio del petróleo 98 y 98 US$/barril. En efecto, el resto del mundo nos afecta mucho, pero entre el tercer trimestre del año pasado y éste, el escenario internacional no cambió. Nosotros sí.
Ergo, la desaceleración se explica, en lo fundamental, internamente. Hay factores de demanda, como la caída en la inversión generada por el fin del ciclo de inversión post terremoto y de varios proyectos mineros. Pero las señales apuntan también a restricciones desde la oferta.
La reforma tributaria, al optar por recaudar desde las empresas, encarece el capital; y la reforma laboral encarecerá la mano de obra. Así, pretender resolver esto sólo desde la demanda, con mayor gasto fiscal y una política monetaria expansiva, falla el punto. Hoy puede ser más relevante la percepción desde el sector privado de que los costos de producción están subiendo, o la expectativa de que subirán.
Pero esta es una apuesta: supone que la incertidumbre doméstica se despejará, y que los factores de oferta no continuarán presionando los precios. Ojalá tengan razón, para volver a enfocarnos en qué debe hacer Chile para crecer sostenidamente sobre el 5%.