El término de la Teletón vuelve a dejarnos conclusiones interesantes. Por cierto también conviene escuchar las críticas, pero por sobre todo, la épica con que se construye un evento que tiene un doble mérito: ayudar concretamente a los niños discapacitados y unir al grueso del país en la búsqueda de ese objetivo.
Es atendible el reclamo de quienes no creen en esta alternativa, o estiman que debe ser el Estado quien debe hacerse responsable de ello; sin embargo, como sabemos, lo público debiera ser capaz de resolver muchos problemas en distintos ámbitos y no lo hace. Por falta de recursos, de soluciones y otras razones.
Allí aparece lo privado que además tiene un mérito cultural que a veces no parece calibrarse del todo: esta es una instancia que moviliza a gran parte de los chilenos, en especial a los niños. Ciertamente la Teletón ha servido para educar en solidaridad y para sentirnos de una sociedad que tiene valores comunes. Ese hecho es tremendamente valioso y lo hace aún más especial. Tiene mucho más valor que sea la sociedad la que ayude a resolver el problema y no una cartera ministerial.
La Teletón, con los bemoles que puede tener, es capaz de unir a quienes tienen mucho, con quienes tienen muy poco. Por cierto, tienen más valor los últimos, porque lo hacen con su máximo esfuerzo y por poco que parezca, a veces es todo lo que tienen. Bien es sabido que el 70% de los ingresos de la Fundación provienen de las personas y el resto de las empresas.
A esta altura el valor cultural que tiene la Teletón es tan importante como el objetivo para el que fue creada, hace casi cuatro décadas.
Podemos discutir el espectáculo, las maneras en que se fuerzan las historias y hasta una exageración de lo dramático, pero eso no puede opacar el tremendo aporte que se realiza. Los miles de niños que pueden caminar, valerse por sí mismos, que han logrado rehabilitaciones son el mejor ejemplo.
Eso sólo puede aplaudirse, apoyarse y desear que este tipo de muestras sirvan para sembrar en todos nosotros el valor de la solidaridad y la fe que es posible aspirar a tener un mejor Chile construido entre todos.