La meta Teletón y nuestros desafíos
La última Teletón resultó una vez más exitosa al superar los 25 mil millones de pesos, superando largamente la meta alcanzada el año anterior. Una y otra vez los chilenos demuestran su afecto por la institución y los niños atendidos allí.
Es destacable que esta obra se haya mantenido por más de 33 años y que sea capaz de superar sus propias marcas, una y otra vez, continuando y extendiendo su labor en nuevos centros, entre los cuales se cuenta Antofagasta. Una cosa destacable es que la Teletón ha sabido mantenerse neutral en política y logrando salvar divisiones. De allí que las personas confían en la institución y le entregan sus aportes, incluso los de grandes donantes individuales.
Es de esperar que la próxima cruzada, a desarrollar los próximos días 28 y 29 seamos nuevamente capaces de superar la meta por el bien de los menores y por el espíritu que provoca en los chilenos este inmenso éxito.
Conviene decir que el 13% de la población chilena tiene algún grado de discapacidad, lo que se traduce en alrededor de 2 millones de personas, según la encuesta realizada en 2006 por el Servicio Nacional de Discapacidad (Senadis). A partir de la Teletón, la discapacidad ha pasado a ser un tema primordial en el desarrollo de políticas públicas, promoviendo mejores condiciones de vida para las personas, especialmente para los niños.
Pero sobre todo, esta campaña ha apelado a la conciencia y las emociones de los chilenos respecto de la necesidad de integración a la sociedad y que se respeten los derechos de los discapacitados. Hay que considerar que la mitad de las personas con discapacidad no ha completado la educación básica, situación que les impide desenvolverse en el ámbito académico y laboral de manera igualitaria.
La discapacidad dejó de ser un tema individual y asociado a la anormalidad, para transformarse en una temática social, y de la cual debemos hacernos cargo como sociedad. Es necesario ir dejando atrás las miradas benéficas y restrictivas para dar paso a la integración y a la generación de un rol activo de las personas que tienen disminuidas algunas de sus facultades, logrando así un cambio cultural.