"Tenemos que trabajar sin descanso para hacer de Antofagasta una mejor ciudad"
Tiene una firme convicción social. Desde pequeña sabía que lo suyo era la comunicación y el poder ayudar a sus semejantes. Ha cumplido con creces sus sueños e ideales.
Pamela Ramírez Figueroa, directora ejecutiva de la Corporación Proa, tiene energía y vitalidad de sobra para trabajar por Antofagasta. Es una mujer que ha dedicado su vida al servicio de los demás, y se siente orgullosa de ser un aporte.
¿Cómo recuerdas tu niñez?
-Nací en Valparaíso, pero con mi familia me fui a Iquique en 1976. Mi papá fue trasladado para fundar Telenorte en Iquique. El editaba los videos, fue creador y director de programas. Tengo tres hermanos, Andrea, Hernán y Jocelyn.
Mi infancia la recuerdo como de mucha protección y cariño familiar. Después estando en el norte, vino un período de desarraigo. Toda era distinto, porque en Valparaíso estaban los cerros, la vegetación, el olor de los eucaliptos, la lluvia, y cuando llegué a Iquique pensé que todo era una postal, porque los cerros no tenían nada.
¿Qué destacas de la gente que vive en el norte?
-Indudablemente destaco del nortino que es más libre y no tan machista. Acá uno se puede desarrollar libremente y sin problemas.
La gente del norte tiene la capacidad de lucha. Acá se está obligado a usar todo tu potencial para salir adelante.
La gente tiene la gracia de luchar. Como toda la gente que llegó desde Europa, que hoy conforman grandes familias en el norte.
¿Siempre tuviste las ganas de especializarte en el área social?
-Siempre me gustó la comunicación, sentir el poder de llegar a la gente. Si uno tiene cierta formación y la transmite a la comunidad, transmites ese poder a la gente. La idea es que todos tengamos acceso a la información por igual.
Sería ideal que todos supiéramos cómo funciona todo, la política, el gobierno y la economía, es importante estar informado. Por eso me gustaba el periodismo, porque quería informar, ayudar.
¿Finalmente te decidiste por el periodismo?
-Estando en la enseñanza media me gustaba la antropología, sociología y periodismo.
Me gustaba mucho el área social, trabajar con la comunidad. Participaba en los talleres de pastoral, iba a misionar y asistía a las colonias de verano.
Me gustaba ese tiempo, esa sensación de hacer queridos a esos niños. Teníamos que abrazarlos, quererlos, y así la parte social se fue introduciendo en mi vida.
Afecto
¿Hiciste grandes lazos, eso te trajo de vuelta a Antofagasta?
-Mis contactos, mis compañeros estaban acá, mis padres y mis hermanos estaban en Iquique, pero acá yo tenía un grupo de amigos que eran como de mi familia.
Me siento una antofagastina por adopción. Pienso que somos muchos los antofagastinos por adopción que queremos sacar adelante a la ciudad. Uno que viene de otro lado conoce las fortalezas y debilidades de la ciudad porque se mira desde afuera. Puedo afirmar que esta ciudad es maravillosa. Tiene una costa y un clima espectacular. Los atardeceres aquí son maravillosos.
¿Cómo comenzó su participación en proyectos sociales?
-El trabajo social siempre me llamó la atención. Fue así que estando en Antofagasta me incorporé al trabajo de "Quiero mi Barrio" que consistía en intervenir un sector por dos años. Entré a trabajar por encargo de una consultora. Así se hicieron sedes sociales, juegos infantiles. Trabajando en ese programa aprendí sobre el diseño de plazas.
Esa experiencia me permitió llegar a la Corporación Proa, porque necesitaban que alguien trabajara en un diseño de plazas gracias al apoyo de Escondida y con la alianza del municipio.
Difícil momento
¿Debiste superar pruebas difíciles de vida?
-En ese tiempo falleció mi marido a quien le dio un cáncer fulminante.
Por eso ahora mis amores son mis hijos Nicolás (16) y Yinko, de 12 años.
Por ellos tenía que sustentarme y organizamos un festival de hip-hop, se hizo el Día del Adulto Mayor, etc.
Al tiempo me llamaron de Proa en febrero de 2013. Lo que más me gustó de la institución es que tiene una credibilidad tremenda.
Son 22 años de trabajo con las puras ganas. El directorio entrega ideas, incluso algunos aportan su dinero. Llevan 22 años haciendo una gran labor. Esta podría ser una institución líder en trabajo comunitario, cultural y de patrimonio.
La institución nació con las ganas de muchos antofagastinos y gente que llegó de otras partes, pero que quiere hacer cosas en favor de la ciudad.
Las personas dicen quiero devolverle a Antofagasta todo lo que me ha dado. Así nació la Mano del Desierto, la remodelación de la Plaza Colón, el concurso de arquitectura que se presentó para rescatar las Ruinas de Huanchaca.
Las primeras exposiciones artísticas las trajo Proa. Esta institución tiene que estar entre las primeras de la región. Por eso presenté dos proyectos bajo la Ley Valdés.
¿La Corporación Proa marca la pauta en cuanto a aportes hacia la ciudad?
-Se hacen muchas cosas, campañas que van dirigidas a los niños y a la comunidad toda. Debemos cuidar nuestra ciudad, tratarla con cariño. En todos estos años se ha llegado con el mensaje a unos 18 mil niños, que a su vez replican lo aprendido en sus casas.
El propósito de Proa es hacer de Antofagasta una mejor ciudad, y eso se cumple a través de importantes lineamientos.